Política

La UCR, ante una crisis de identidad: no logra hacer pie entre los ataques de Milei y el miedo a parecerse al kirchnerismo

La falta de estrategia unificada de la UCR, que arrastra desde la campaña electoral, pone en peligro la construcción para el 2025

Históricamente, la UCR se caracterizó por sus fuertes internas y disputas de poder. Entre ellos mismos bromean con la popular frase: “Donde hay dos radicales, hay una interna”. Sin embargo, en las últimas semanas entre los correligionarios reina la incertidumbre y la desorientación. Las chicanas brillan por su ausencia. Ni siquiera hubo críticas hacia Maximiliano Pullaro por encuentros con Mauricio Macri, ni por la foto de Gustavo Valdés con Javier Milei o por el escándalo que protagonizó Gerardo Morales en Jujuy por la detención de un ciudadano que tuiteó sobre una supuesta infidelidad de su esposa. “Hay una crisis de identidad”, reconocen en todos los Comité que el partido centenario tiene desplegados en el país.

Los dos encuentros de Pullaro con Macri en otro momento hubieran provocado un cimbronazo. El gobernador de Santa Fe llegó a Juntos por el Cambio apadrinado por Martín Lousteau, quien centró toda su campaña en el territorio porteño y su carrera para llegar a la presidencia del Comité Nacional en -justamente- distanciarse del ex presidente y, por el contrario, se alió con Horacio Rodríguez Larreta. El líder del PRO, quien busca recuperar la titularidad del partido amarillo, se caracteriza por tener un fuerte rechazo al radicalismo, muy similar al de Javier Milei.

“Ofende el silencio de aquellos que se dicen republicanos”, disparó Milei durante su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso, al referirse al hombre que detuvieron en Jujuy por bromear con la supuesta infidelidad de la esposa de Morales, Tulia Snopek, con uno de los integrantes de Los Tekis. “¿Qué esperaban? ¿Que salgamos a matar o defenestrar a un integrante de nuestro espacio?”, se indignan algunos radicales. Durante su rol como presidente del partido, Morales se caracterizó por ser muy resistido y apuntado como el responsable de implementar una mala estrategia electoral. Con el último escándalo, ninguno salió a cuestionarlo ni a defenderlo. Ni en público ni en privado.

Gustavo Valdes con Javier Milei en Corrientes
Las versiones malintencionadas de algunos radicales aseguran que Javier Milei aceptó ser recibido en el aeropuerto de Corrientes por Gustavo Valdés, pero rechazó reunirse a solas. "Ni siquiera quiso compartir auto", aseguran

Milei eligió a la UCR como su bolsa de boxeo durante su campaña y lo sostiene en sus primeros meses de gestión. Esa postura la profundizó cuando la Ley Ómnibus no logró su aprobación y apuntó contra los gobernadores. Trató de traidores a varios diputados, pese a que Rodrigo de Loredo fue uno de los máximos exponentes en la búsqueda por lograr un acuerdo. Pese a eso, Valdés hizo lo imposible para recibir al Presidente en su provincia cuando viajó para participar de los festejos por los 10 años de la Fundación Club de la Libertad. Tampoco hubo expresiones a favor ni en contra dentro del partido centenario, sólo algunas bromas sobre un supuesto gesto de desprecio del Presidente hacia el gobernador de Corrientes. “Yo con vos no me subo al auto”, le habría dicho el líder de La Libertad Avanza tras la foto en el aeropuerto.

“Hoy la UCR está en un no-lugar”, definió un dirigente de peso en diálogo con Infobae. Es que, en los hechos, hay radicales que creen que hay que apoyar todas las medidas que impulsa el Gobierno, pese a los agravios y ataques que Milei les envía. Un dato no menor es que el mandatario arrasó en muchos de sus territorios en las últimas elecciones y, para colmo, todas los sondeos que reciben de sus encuestadores más prestigiosos muestran un amplio apoyo popular al líder libertario que les reduce la libertad de acción. Todos miran al 2025 y ninguna provincia quiere seguir perdiendo bancas en el Congreso.

Para los radicales enfrentarse a Milei significa quedar pegados con el kirchnerismo. Un pecado que ningún correligionario quiere cometer. De hecho, combatirlo fue el factor crucial para que naciera Cambiemos en 2015 y el rechazo al gobierno de Cristina Kirchner ayudó a que Ernesto Sanz ganara la batalla en el Convención de Gualeguaychú para aliarse al PRO. Es por eso que hay una fuerte resistencia a la postura que encabeza Lousteau y Facundo Manes, quienes lanzan fuertes críticas a la gestión libertaria.

¿Por qué el presidente Javier Milei siempre ataca al radicalismo? es la pregunta que se hacen muchos, por lo que se la trasladaron al propio Lousteau durante una entrevista radial. “Creo que él quiere una nueva polarización, no quiere un centro. Esa nueva polarización es tratar de llevarse el PRO, más algunos que estén en otros espacios que se sientan – no importa si porque les conviene – afines a esas ideas más extremas y del otro lado dejar sólo al peronismo. Hay un montón de nosotros que creemos que ese centro es muy importante. Esté de moda o no esté de moda”, respondió el presidente de la UCR.

El fuerte problema que hoy enfrenta Lousteau es el escaso poder de convocatoria dentro del partido centenario. Arrastra un fuerte resentimiento de aquellos que le reprochan haber sido ministro de Fernández de Kirchner, de los que lo culpan por la ruptura del bloque en la Cámara de Diputados con Evolución y, además, heredó la resistencia que había con el liderazgo de Morales. Cuando convocó a una reunión virtual con intendentes radicales de todo el país, el sector autodenominado Causa Federal salió a cuestionarlo y, de hecho, Valdés lo atacó sin muchos argumentos. “Me importa tres carajos lo que piense Lousteau”, respondió tras juntarse con Milei. El economista ni siquiera había esbozado una opinión.

“La UCR está en una crisis de identidad”, coinciden la mayoría de los correligionarios. Hoy sólo los une la defensa por la educación pública y de las instituciones, al menos en el debate público. Pese a ese escenario, desde el radicalismo bonaerense se gestan reuniones semanales donde comparten sus impresiones, números de encuestas y conclusiones de las conversaciones con sus dirigentes aliados y opositores. Muchos reconocen que el partido está casi sin rumbo: “Cada uno está haciendo lo que le parece”. Sin embargo, confían que desde es espacio – casi de contención – se logrará generar un núcleo donde nazca la semilla para reencauzar el destino del radicalismo y, sobre todo, la estrategia para el 2025.

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