Economía

Se diluye el temor de una nueva devaluación y la brecha cambiaria ya está debajo del 20%

El dólar libre quedó a un paso de los 1.000 pesos. (Foto: Shutterstock) (Scott Eells/)

El mercado cambiario fue la caja de resonancia más relevante tras el discurso de Javier Milei en la apertura de las sesiones ordinarias. La caída del dólar fue incluso más allá de lo esperado. El resultado fue un nuevo achicamiento de la brecha cambiaria, que directamente desplomó las expectativas de una nueva devaluación del tipo de cambio oficial.

El dólar libre quedó a un paso de perforar los $1.000, cerrando en $1.015 tras perder más de 3% en la jornada. Curiosamente el dólar MEP quedó por arriba, algo que no es usual, en $1.030. A la caída de los dólares financieros se le sumó otra jornada de muy fuertes compras por parte del Central: fueron USD 303 millones y el total adquirido desde la asunción del nuevo gobierno ya llega a USD 8.900 millones.

Pero todavía más impactante es que se derrumbaron los futuros de dólar en Rofex. Más de 6% para fin de marzo y 5,5% el de fin de abril. El dólar oficial, de acuerdo a la expectativa de los operadores, recién superaría los $ 1.000 en junio. Hoy el mayorista cerró a $ 844.

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Tras la fuerte devaluación de diciembre, ni bien asumió el nuevo Gobierno, el Central viene manteniendo un ajuste mensual del tipo de cambio de solo 2%. Claro que la elevada inflación de los últimos meses se va comiendo la mejora real que tuvo el dólar oficial.

Tanto el Presidente, como el ministro de Economía, Luis Caputo, consideran que el tipo de cambio oficial es razonable y que los dólares financieros estaban muy caros.

“Es un error comparar el actual valor del dólar con el promedio que hubo entre 2019 y 2023, porque fue el peor momento de la historia para la economía argentina”. De esta forma, vienen justificando hace varias semanas por qué no es necesario acelerar el ritmo de devaluación.

La reducción de la brecha cambiaria a menos del 20% es inédita en los últimos años y para muchos acercaría el momento para abrir el cepo. Sin embargo, el Gobierno prefiere no apurar los tiempos, esperando a una mayor acumulación de reservas y posiblemente un nuevo acuerdo con el FMI

Milei ponderó la baja del dólar libre de las últimas semanas y consideró que es un adelanto de lo que terminará ocurriendo con la inflación, que también aceleraría su tendencia bajista en los próximos meses. En ese sentido, también consideró que esto permitirá abrir el cepo, aunque evitó dar fechas precisas.

El ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, consideró en un artículo que subió a su blog que el Gobierno debería aprovechar la baja de la inflación para acelerar el ritmo del “crawling peg”, es decir la tasa mensual de devaluación del dólar oficial. “De esta forma, se evitaría un salto cambiario más grande en el futuro”, indicó.

Algunos analistas de mercado, como Cristian Buteler, también salieron a sugerir que la fuerte reducción de la brecha cambiaria es ideal para levantar el cepo: “¿Si no es ahora, cuándo?”, escribió.

Pero el Gobierno no parece tener el mismo apuro. Milei ya explicitó que la mejora del balance del Central todavía está en proceso. Y todo indica que prefieren esperar el ingreso de los dólares de la cosecha gruesa para seguir acumulando reservas antes de tomar cualquier determinación. El principal peligro de un alivio de los controles cambiarios sigue estando por el lado de los importadores, que vienen suscribiendo el Bopreal para pagar la deuda en dólares a sus proveedores.

Sin embargo, las empresas que precisan pagarle a sus proveedores del exterior todavía tendrían muchos pesos en el circuito bancario, por lo cual podrían presionar sobre el mercado cambiario en caso de un levantamiento de los controles.

El FMI también sugirió que las condiciones estarían dadas recién a mediados de año. El objetivo es que una vez que se vayan liberando las restricciones cambiarias, el tipo de cambio quede lo más cerca posible del valor que tenga el oficial en ese momento. Una nueva devaluación tendría efectos muy negativos, como una aceleración inflacionaria, la caída del poder adquisitivo y un agravamiento de la recesión.

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