Del SIMI al SIRA: qué va a pasar con los controles a las importaciones en 2023

En materia de comercio exterior 2022 será recordado como el año en que el Gobierno extremó los recursos para limitar importaciones y recurrió a una panoplia de tipos de cambio para cuidar las escasísimas reservas internacionales del Banco Central.
Además de los ya conocidos dólar mayorista, minorista, ahorro, blue, MEP, CCL, inventó el “dólar tarjeta”, el “dólar Qatar”, el “dólar soja” en sus versiones 1 y 2 y amagó incluso con un dólar “economías regionales” (el sector vitivinícola había primereado con la idea de “dólar Malbec”), complejidad cambiaria multiplicada con las distintas alícuotas de retenciones para exportar y de aranceles para importar.
Todo indica que la parafernalia cambiaria, que la destreza gráfica de Esteban Domecq, director de la consultora Invecq, resumió en el gráfico adjunto, de un informe presentado en una reunión del sector minero, continuará y posiblemente se profundice en 2023. Eso tendría dos efectos indeseados para cualquier gobierno y en un año electoral: depresivo sobre el nivel de actividad económica (por falta de insumos, repuestos, bienes de capital y diversos tipos de bienes) y expansivo sobre el nivel de precios, por falta de competencia, efecto particularmente fuerte en el caso de los bienes de consumo.
“En algunos rubros hay mucha protección y son justamente los que más han aumentado los precios”, dijo Fernando Furci, gerente general de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), por sectores como el de “Prendas de Vestir y Calzado”, cuyos precios, según los datos del Indec, en los últimos 12 meses aumentaron 122,4%, exactamente 30 puntos porcentuales más que el índice general.
Pero el problema es más amplio que vestidos, camisas o zapatillas caras. Según Diego Coatz, director ejecutivo y economista de la Unión Industrial Argentina (UIA), el 80% de lo que la Argentina importa no se produce localmente.
Preocupación principal
Conseguir insumos importados se ha transformado en la principal preocupación del sector productivo, escribió Jorge Vasconcelos, economista jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea. El nuevo régimen de autorización de importaciones (SIRA, por Sistema Importador de la República Argentina, que entró en vigencia el 17 de octubre, suerte de día de la Navidad peronista), dijo el economista, confirma que el embudo es y será cada vez más angosto “y está destinado a alterar el ciclo productivo de no pocos sectores y empresas”.
De hecho, en noviembre, primer mes entero de vigencia del nuevo esquema de administración de importaciones, se registró la primera caída interanual de importaciones desde octubre de 2020, algo que se explica, subrayó la consultora ACM, del economista Javier Alvaredo, “por el endurecimiento del acceso de divisas para importaciones”.
En los primeros 11 meses del año el saldo del intercambio comercial fue así de USD 5.800 millones, 60% por debajo de los USD 14.379 millones de superávit en igual período de 2021.
Ese ajuste del lado del comercio es en buena medida atribuible a la brecha cambiaria y al retraso en poner en valor a Vaca Muerta, escribió Vasconcelos. Además, subrayó, en un país sin crédito “parece difícil que pueda ampliarse el mecanismo de posponer pagos de importaciones, que este año estaría llegando a los USD 8.000 millones”. Según sus cálculos, las deudas por operaciones de comercio exterior ya habrían superado los USD 30.000 millones a fin del tercer trimestre, récord que fuerza cada vez más a pagar “al contado” y suma presión recesiva que esta vez las exportaciones del campo y la agroindustria, debido a la sequía, morigerarán menos que otros años.
En un país sin crédito “parece difícil que pueda ampliarse el mecanismo de posponer pagos de importaciones, que este año estaría llegando a los USD 8.000 millones (Vasconcelos)
“Pero de ningún modo pueden atribuirse a “la Niña” las tribulaciones del sector externo argentino; la política macroeconómica es la que explica el deterioro del sector externo”, escribió Vasconcelos, apuntando la siguiente secuencia: exceso de gasto público que empuja el consumo en detrimento del ahorro, impulsa la demanda de importaciones y afecta la competitividad de las exportaciones, por el atraso cambiario que conlleva, coronando el “sesgo antiexportador” de impuestos tan distorsivos como retenciones e Ingresos Brutos.
Esto, dice el economista que actualmente sigue más el desempeño de la economía real, impide aprovechar las oportunidades del mercado mundial y cuando mejoran los términos de intercambio (como ahora, aunque el gobierno afirme lo contrario) el impacto positivo se ve amortiguado por los múltiples desincentivos que surgen de trabas e impuestos.
Laberinto
Hasta la instrumentación del SIRA; el gobierno se manejaba con las SIMI (Sistema Integrado de Monitoreo e Importaciones), “evaluaciones de capacidad financiera” y un sistema de topes por tipo de producto que en julio pasado Infobae describió como un verdadero laberinto.

Ese sistema, sin embargo, no impidió lo que la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner (y más tarde el actual ministro de Economía, Sergio Massa) describieron como “un festival de importaciones” a través, por caso, de “medidas cautelares” para poder importar..
Al cabo del primer mes de vigencia del SIRA, el Gobierno asegura que la escasez de divisas para importar aún no generó situaciones críticas entre los sectores productivos más demandantes de dólares. Pero la UIA volvió a quejarse del ritmo de autorización en el acceso a divisas y el Gobierno dijo que evalúa crear un “canal verde” para ciertos insumos clave de las empresas productoras de bienes de consumo masivo.
La UIA volvió a quejarse del ritmo de autorización en el acceso a divisas y el Gobierno dijo que evalúa crear un “canal verde”
“En general se quejan porque no quieren perder el sobrestock, en particular los textiles. Hacemos reuniones todos los martes y jueves para que todas las empresas dispongan de los insumos y los dólares necesarios para importar”, subrayó recientemente una fuente oficial y planteó, desafiante: “¿Hay alguna fábrica que esté parada por falta de insumos? Hacemos un monitoreo permanente cuando aparece algún reclamo y nos comunicamos inmediatamente para solucionarlo”.
Después del invierno
Pasado el invierno, la caída de las importaciones energéticas debió facilitar el acceso a dólares a otros sectores. Pero no. Retrocedieron la importación de bienes intermedios, de bienes de capital y de bienes de consumo y la UIA denunció graves dificultades para acceder a insumos, pagar a proveedores externos y lograr financiamiento para los plazos de acceso a divisas que brinda el gobierno.
El último informe del “Intercambio Comercial Argentino” (ICA) del Indec precisa que el valor de las importaciones de noviembre fue 0,3% inferior al de igual mes del año anterior, con una caída del 11,4% en el caso de bienes intermedios y de 1,2% de los bienes de capital, en una economía cerca de 5% más grande que hace un año.
Otra cuestiones que destaca el informe es una leve caída de los costos de fletes. Por caso, el de China cayó 1,7% respecto de hace un año, pero sigue siendo 152% más alto que en noviembre de 2020 y representa más de 7 dólares por cada 100 de importaciones.

No se trata de una referencia insignificante: en noviembre, China volvió a desplazar a Brasil como principal “socio comercial” de la Argentina. De China proviene el 21,3% de las importaciones, pero allí va solo el 9,3% de las exportaciones argentinas. En 11 meses, el país tuvo con la potencia asiática un déficit bilateral de USD 8.648 millones. Esto es, un rojo más de 49% superior al superávit que la Argentina tuvo con todo el mundo, incluida China.
El Gobierno, sin embargo, sigue pensando que no hay allí cuestión alguna a atender. Tal vez porque China es el financista de algunas de las principales obras públicas en desarrollo en el país, como las represas patagónicas, cuyo horizonte de finalización se sigue estirando hasta el infinito y más allá.
Nada indica que este panorama vaya a cambiar en 2023. De hecho, el ministro Sergio Massa dijo que quiere imitar el régimen impositivo de Brasil para la importación de bienes electrónicos, lo que apunta a una suba de aranceles, y un trabajo de Marcelo Elizondo, presidente del capítulo argentino de la Cámara Internacional de Comercio (ICC, por sus siglas en inglés) elaboró un trabajo que explica por qué, con su cerrojo comercial, la Argentina es la economía del hemisferio occidental con más baja inserción internacional.
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