¿Trabajo amenazado por la IA en la industria de videojuegos en Estados Unidos?
La industria del videojuego experimenta una revolución con la integración de la inteligencia artificial como parte de sus procesos de producción, sin embargo, esto también representa una seria amenaza para el trabajo de cientos de artistas, ilustradores, escritores, desarrolladores, programadores y actores que prestan su voz e imagen a los distintos personajes.
La razón se encuentra en que muchos podrían ser reemplazados debido a que en lugar de emplear a 6 o 7 artistas para construir el decorado de un juego, algunos jefes de estudio podrían verse tentados a conformarse con uno o dos desarrolladores humanos asistidos por una IA generativa para hacerlo.
En respuesta, los sindicatos en los Estados Unidos están negociando para adaptar contratos que protejan los derechos y garanticen compensaciones adecuadas para los trabajadores de este sector; sin embargo, esto no ha sido una tarea sencilla.
Esto incluye a los actores de doblaje, que habrían alcanzado un acuerdo para regular el uso de la IA en el uso de sus voces en videojuegos, aunque este no ha estado exento de un agudo debate y cuestionamientos.
En qué consiste el acuerdo
El Sindicato de Actores de Estados Unidos (SAG-AFTRA) anunció un pacto con Replica Studios, una compañía especializada en inteligencia artificial, el cual exige el consentimiento informado de los actores cuyas voces sean replicadas, así como la garantía de un almacenamiento seguro de las grabaciones de voz.
Duncan Crabtree-Ireland, director de SAG-AFTRA, señaló que a pesar de que la IA no puede ser detenida, advirtiendo que el acuerdo representa un avance significativo para proteger a los profesionales del sector.
El contrato busca convertirse en un estándar en Hollywood, y se produce en un contexto donde los actores de doblaje no descartan una huelga ante el creciente uso de IA por parte de empresas de videojuegos.
No todos habrían sido consultados
El acuerdo se ha topado con la oposición de varios actores, entre ellos Erika Ishii, voz de Valkyrie en Apex Legends, y Steve Blum, quien ha trabajado en títulos de Marvel y Mortal Kombat. Ambos expresaron su desconcierto y desacuerdo con la decisión aprobada aparentemente sin la inclusión de actores de doblaje en activo en el proceso.
Las críticas han continuado con Melissa Medina, conocida por su trabajo en Valorant, quien a través de la plataforma X (antiguo Twitter) reveló que desarrolladores le indicaron que no planean utilizar las herramientas de inteligencia artificial promovidas por el sindicato, evidenciando una posible desconexión entre las decisiones del organo y las necesidades o deseos de los actores.
La relación entre SAG-AFTRA y Replica Studios también ha levantado suspicacias al implicar la promoción de una herramienta específica por encima de otras disponibles en el mercado.
El actor especializado Zeke Alton, miembro del sindicato, lanzó una advertencia al afirmar que “si escaneas tu cara para un videojuego, lee muy bien el contrato antes de firmar. Está bien ceder los derechos de tu imagen para un papel concreto o incluso para un juego concreto, pero ten cuidado de no ceder los derechos de tu imagen indefinidamente y para cualquier uso, eso sería realmente grave”.
Los actores temen perder el control de su herramienta de trabajo y que la IA se apodere de su voz o su apariencia y reproduzca nuevas líneas de diálogo por ellos, sin que reciban compensación alguna ni puedan opinar sobre el contenido.
Antecedentes de conflictos en la industria por la IA
La industria audiovisual de Estados Unidos ya vivió paralizaciones previas a causa de desacuerdos por el uso de la inteligencia artificial.
Una huelga que duró 118 días puso en el punto de mira la regulación que defina las reglas para replicar imágenes de actores mediante tecnologías que empleen IA.
Es importante considerar que este debate llega en un momento en el que un informe del FMI, señala que alrededor del 40% de los puestos de trabajo de todo el mundo se verán afectados por la inteligencia artificial, y hasta el 60% en las economías más desarrolladas.