Ley Ómnibus: el Día D para una batalla política con final abierto
Desde las 10.30 de la mañana, la Cámara de Diputados se convirtió en el epicentro de una batalla política que no reconoce antecedentes en la historia de la democracia recuperada. Un presidente con representación institucional ultra minoritaria como Javier Milei enfrenta su primer desafío parlamentario, con el debate del proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, más conocida como “ley ómnibus”. No reconoce antecedentes por los protagonistas involucrados, por el proyecto que va a ser debatido y por las consecuencias que puede tener para un gobierno que transita, recién, sus primeros 52 días de existencia.
Pero vamos por partes. Primero es importante abordar quiénes son los protagonistas de esta confrontación, para entender lo que estará en juego este miércoles y jueves. Con la presencia de 139 diputados en sus bancas, empezó una sesión que promete será extenso y agotador.
Milei es un presidente outsider que en poco más de dos años pasó sin escalas de economista y estrella mediática a jefe de Estado, tras crear desde la nada un partido y luego un movimiento que se llevó puesto, entero, al sistema político y a las dos coaliciones que manejaron el país en las últimas dos décadas.
Esa singularidad le permitió al líder libertario llegar desprovisto de condicionamientos y compromisos pero, también, de mínimas representaciones institucionales. Con 37 diputados sobre 257, siete senadores sobre 72, tres intendentes sobre casi 1.300 municipios y ningún gobernador sobre 24 distritos, Milei está obligado a hacer de la necesidad virtud, de la debilidad, fortaleza.
Y esas carencias, que lo ubican en la definición más cabal de “hiper minoría”, van a operar en todas sus dimensiones en la sesión que se inició a la mañana y terminará -se estima- entre mañana y pasado.
Acá aparecen los otros protagonistas de esta trama, que son los distintos bloques en el Congreso. En esta paleta multicolor de partidos, lealtades e intereses, están los kirchneristas y la izquierda —que van a decir a todo que no—, los libertarios y los del PRO —que van a decir a todo que sí— y una gama de grises que van desde los radicales orgánicos, proclives a votar, los radicales más alineados con Martín Lousteau, que están más reacios, el centro que representa Miguel Pichetto y su bloque, comprometido en un apoyo crítico, y los que van a exponer sus disidencias en la votación en particular.
Acá entramos en el nudo del problema de esta sesión maratónica. Milei ya se garantizó la aprobación en general del proyecto de “Ley Bases” o “Ley Ómnibus”. Pero el presidente olfatea que la trampa estará en la votación en particular de los artículos, donde “la casta” buscará doblegarlo. Domesticarlo. Es que el diablo se esconde (siempre) en los detalles.
Como reveló ayer Infobae, hubo amagues de retirar el proyecto por las amputaciones que pretendían imponer los bloques dialoguistas. Fue una disputa sorda pero encarnizada, donde el Gobierno intentó blindar el corazón de su proyecto fundacional. Los escuderos del presidente —de Karina Milei a Guillermo Francos, de Santiago Caputo a Martín Menem— bajaron el mismo mensaje: “Hasta acá llegamos. Ahora, a votar”.
Fue después de los tropiezos del ministro del Interior en la reunión multitudinaria con gobernadores y diputados del lunes, donde cada uno dijo lo que quería decir pero escuchó también lo que quiso escuchar.
Para cerrar el asunto de los protagonistas, el kirchnerismo de Unión por la Patria está jugado a intentar bloquear, ensuciar el debate, trabar, enrarecer y agitar todo lo que políticamente sea posible. Con el anuncio de la protesta piquetera frente al Congreso, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no hizo más que recordar la plaza de las piedras y el “Gordo Mortero”.
Milei llegó esta semana con todas las concesiones posibles hechas. Más allá de que se jactó en una entrevista con la periodista Patricia Janiot, quien trabajó más de 25 años en CNN en español, de que “no hay plan B”, lo cierto es que la anatomía del proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” es el testimonio vivo de que hubo negociaciones y concesiones para conseguir el aval parlamentario. ¿Ya se usó el plan B, el C o estarán usando otra nomenclatura?
Tan es así que el domingo publicamos en Infobae que de los 664 artículos que originalmente envió al Congreso Nacional, Milei aceptó retirar más de un tercio de ese voluminoso plexo normativo. En Diputados se debatirá, en los hechos, un dictamen pulido con “apenas” 386 artículos.
En el análisis pormenorizado -es decir en la votación en particular- el presidente puede sufrir derrotas complicadas. ¿Cuáles son los puntos más conflictivos? Al tope de la lista figuran las facultades delegadas, ya que un sector del radicalismo, del PRO, del peronismo dialoguista y de Hacemos Coalición Federal, de Pichetto, quieren reducir al mínimo los “superpoderes”. Es el mismo grupo que presionó para imponer una lista corta de empresas privatizadas, de las 41 que inicialmente se presentaron, y condicionar a la supervisión del Congreso cualquier enajenación del patrimonio público. Sobre este aspecto hay un tema crucial: Banco Nación, Nucleoeléctrica Argentina y ARSAT sólo se permitirá el ingreso de capitales privados, pero reteniendo el Estado Nacional el control política y económico. A YPF ya la sacaron de la lista. Otra concesión.
Hay otros temas, como los artículos vinculados a los biocombustibles, la energía y la pesca donde los gobernadores ya anticiparon que no van a apoyar.
Como conclusión, el Gobierno de Milei se enfrentará a tres escenarios: uno optimista, uno neutro y uno pesimista. El primero, improbable, es que los diputados libertarios y sus aliados voten todo. El pesimista, también improbable pero menos que el anterior, es que la acumulación de rechazos precipite al Ejecutivo nacional a levantar la sesión y retirar el proyecto. Y el neutral es que haya una trabajosa discusión sobre cada artículo y que cada sector obtenga triunfos parciales y derrotas soportables.
La conjugación de los temas y los involucrados le hacen a Milei levantar la ceja. Desconfía. Cree que allí puede estar esperando la venganza de la casta.
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