Salud reproductiva masculina: cuáles son las nuevas investigaciones sobre mutaciones genéticas y la edad paterna
Si bien a nivel médico se sabe que con el paso de los años disminuye la calidad de los óvulos y espermatozoides a la hora de concebir un hijo, un nuevo artículo científico encuentra que el vínculo entre la edad paterna y los trastornos congénitos raros son más complejos de lo que la ciencia había estudiado anteriormente.
Es que el retraso en la paternidad conlleva a un mayor riesgo de heredar una nueva mutación que podría provocar un trastorno congénito en los niños. El receptor 3 del factor de crecimiento de fibroblastos (FGFR3) es una proteína humana que se expresa en tejidos como el cartílago, el cerebro, los intestinos y los riñones.
El artículo explica que las mutaciones conductoras que pueden provocar trastornos congénitos, son más comunes en la línea germinal masculina, con manifestaciones superiores a la tasa de mutación promedio estimada del genoma humano por división celular por generación. Estas mutaciones son más comunes en el esperma de hombres mayores.
Pero a pesar de la importancia de las mutaciones conductoras en la línea germinal masculina debido a su alta incidencia y frecuencia, así como a sus posibles efectos patógenos, los investigadores no entienden de dónde provienen realmente las mismas y por qué se encuentran con tanta frecuencia. Tanto los padres jóvenes como los mayores pueden portar variantes genéticas asociadas con trastornos congénitos en los niños, que hasta ahora se han relacionado con un retraso en la paternidad, según la nueva investigación.
“El trabajo es muy interesante porque analiza mutaciones de ese gen determinado. Pero sabemos que a medida que aumenta la edad, ese tipo de mutaciones son cada vez más frecuentes. Esto es debido al riesgo de una mayor tasa de repetición de esta mutación en las células germinales que comienzan a dividirse portando esta malformación con este gen FGFR3″, precisó a Infobae el doctor Fernando Neuspiller, presidente y fundador de WeFIV, centro de Medicina Reproductiva (MN 82815).
“La mayoría de los riesgos en la paternidad tardía tienen que ver exclusivamente con las mutaciones en algunos genes, y hoy sabemos que está vinculado a la condroplasia y a otros tipos de anomalías óseas o malformaciones en algunos órganos. También se las vinculas con trastornos neuropsiquiátricos como por ejemplo la esquizofrenia en los recién nacidos”, precisó el experto, que aclaró que las donaciones de esperma para los bancos en general por lo menos en Argentina requieren que los donantes tengan hasta 40 años, por lo cual el riesgo de transmisión de estas mutaciones sería bastante bajo.
Respecto a la edad, Neuspiller indicó que en su centro de fertilidad recomiendan a las parejas que buscan su primer niño, que cuantos más jóvenes sean, es mejor: “De hecho, siempre recomendamos la preservación de la fertilidad tanto en la mujer como en aquel varón que por alguna razón o por casualidad se haya hecho un espermograma y tenga niveles bajos de esperma. Para ello les recomendamos guardar dos o tres muestras a los varones y a las mujeres preservar su fertilidad sobre todo antes de los 36 años”.
“Y si no tienen pareja les recomendamos a las personas guardar óvulos o espermatozoides. En el caso de que vengan las parejas a tener hijos normalmente, cuando la mujer tiene 35 años o más le recomendamos hacer un estudio llamado PGTA en los embriones que tiene que ver con el número de cromosomas que van a tener esos niños concebidos. Porque a diferencia de lo que pasa con el varón con más edad, que es que transmite mutaciones en los genes, en la mujer, lo que ocurre es que genera embriones con un número anormal de cromosomas y es lo que determina que tenga menos tasa de embarazo y más tasa de aborto a medida que va creciendo. Y si queda embarazada, se sabe del aumento del riesgo de ciertas enfermedades como por ejemplo, síndrome de Down”, remarcó el especialista.
Y completó: “Respecto a las parejas y los estudios genéticos, recomendamos siempre fuertemente hacer un estudio que es de compatibilidad genética, que si bien no tiene que ver con esto que estamos hablando de la edad y la transmisión en el en el semen, hoy si podemos estudiar el genoma completo de la mujer y del varón, para observar qué genes son compatibles y cuáles no”.
El doctor Mariano Cohen, jefe de la Sección Andrología del Hospital de Clínicas, explicó que “así como después de los 40 años los riesgos en la maternidad se incrementan en las mujeres, después de los 60 años ocurre lo mismo en el hombre. Esas alteraciones pueden ser menores o significativas”.
“Hoy la edad en paternidad se ha ido extendiendo, y la misma se ubica en los 35 o 40 años, a diferencia de antes, donde era entra los 20 y 30. Todavía está lejos de los riesgos que implica ser padre a partir de los 60 años”, precisó el experto.
Y agregó: “Si bien no recomendamos a las parejas en general la realización de estudios genéticos previos, sí lo hacemos cuando se recurre a un banco de semen, ya que allí se puede detectar alguna alteración o mutación del donante. Lo mismo cuando la mujer presenta una alteración y busca que en el semen donado no esté presente la misma mutación que puede desencadenar algunas enfermedades como la fibrosis quística”.
“Cada vez hay más paneles genéticos y más estudios sobre fertilidad. Más que preocuparnos, debemos estar atentos a las distintas herramientas de las que disponemos para saber más qué hacer y planificar correctamente”, afirmó Cohen.
La doctora Marina Serra (MN 166.260), genetista de Halitus Instituto Médico, explicó a Infobae que las células que producen espermatozoides (espermatogonias) se multiplican durante toda la vida del hombre, por lo tanto, cuantos más años tenga el hombre, más veces se multiplicaron las células, aumentando el riesgo que se produzca un cambio o mutación en algún gen.
“Esto podría causar distintas enfermedades genéticas en los hijos (como acondroplasia y otras displasias esqueléticas causadas por variantes en el gen FGFR3, y síndromes con craneosinostosis), como también enfermedades neuropsiquiátricas (como trastorno del espectro autista y esquizofrenia), y malformaciones congénitas. Si se comparan los riesgos entre hombres de 20 y 40 años, es 3 veces más probable que un hombre de 40 años tenga un hijo con un trastorno del espectro autista, y 8 veces más probable que tenga un hijo con acondroplasia”, explicó la experta genetista.
“Se recomienda que las parejas que deseen iniciar la búsqueda de un embarazo tengan sus controles de salud al día, y realicen una consulta de asesoramiento genético preconcepcional, donde se evaluarán los antecedentes personales y familiares de los miembros de la pareja. Con respecto a la edad, se considera que una mujer de 38 años o más al momento de la concepción tiene edad materna avanzada, mientras que en el hombre, se considera edad paterna avanzada a partir de los 40 años”, indicó Serra.
Y agregó: “Cualquier pareja, sin importar la edad del hombre y de la mujer, puede realizar estudios genéticos preconcepcionales como un panel de enfermedades recesivas, que evalúa si la pareja tiene riesgo de tener hijos con un grupo de enfermedades genéticas con herencia recesiva”.
En busca de mutaciones en el semen
Los científicos del trabajo publicado en la revista de la Universidad de Oxford se preguntaron: “¿Las mutaciones en el semen se propagan principalmente dentro de la línea germinal sexualmente madura, lo que lleva a una mayor carga de mutaciones en la población a medida que los hombres envejecen? ¿O podrían las mutaciones impulsoras en el esperma de los hombres jóvenes ser ya mucho más numerosas de lo que se supone hasta ahora, con el riesgo de que los padres jóvenes tengan uno o incluso más hijos afectados?”
Para este estudio, los expertos recolectaron muestras de esperma de donantes anónimos en clínicas de Austria e investigaron la frecuencia de las mutaciones genéticas para diez variantes diferentes de FGFR3 en hombres de 23 a 59 años.
Los investigadores encontraron que la variante FGFR3 asociada con la acondroplasia, la forma más común de enanismo de extremidades cortas, aumenta con la edad del padre. Otra variante, está asociada con la displasia tanatofórica, un trastorno esquelético grave y generalmente mortal en niños caracterizado por una caja torácica desproporcionadamente pequeña y extremidades extremadamente cortas, también aumentó con la edad del padre.
También hallaron que otras variantes del FGFR3 no estaban relacionadas con la edad del padre. En particular, la variante asociada con el síndrome CATSHL, un raro trastorno genético que consiste en camptodactilia, estatura alta, escoliosis y pérdida de audición, no fue más común en el esperma de hombres mayores en comparación con los hombres más jóvenes.
“Los padres jóvenes también enfrentan un mayor riesgo de tener hijos con mutaciones patógenas”, dijo la autora principal del artículo, Irene Tiemann-Boege del Instituto de Biofísica de la Universidad Johannes Kepler y autora principal del estudio publicado en la revista Genome Biology and Evolution.
Sin embargo, a pesar de la importancia de las mutaciones conductoras en la línea germinal masculina debido a su alta incidencia y mayor frecuencia, así como a sus posibles efectos patógenos, aún no se comprende de dónde provienen realmente las mutaciones y por qué se encuentran con tanta frecuencia, según el equipo.
Su investigación indica que, si bien el vínculo entre algunas mutaciones patógenas aumenta con la edad paterna, otras no lo hacen e incluso pueden ocurrir en los testículos del padre antes de la madurez sexual, dijeron.
“Como consecuencia, la incidencia de mutaciones con posibles consecuencias para la salud de la descendencia podría ser mucho más común en la población y, en algunos casos, independiente de la edad de concepción”, escribieron los investigadores.
Y concluyeron: “En conjunto, estos resultados proporcionan conocimientos novedosos sobre nuestra comprensión de la mutagénesis de las mutaciones conductoras y su mosaicismo resultante en la línea germinal masculina con importantes consecuencias para la transmisión y recurrencia de los trastornos asociados”.