Macri vuelve a la presidencia del PRO: los motivos, las reuniones con Milei y su hermana, y el diagnóstico inquietante sobre la gestión
Mauricio Macri vuelve a la presidencia.
Después del martes, cuando se oficialice como candidato único a la jefatura del PRO, el ex presidente se hará cargo otra vez, en los papeles, del partido que fundó hace más de dos décadas. En su entorno aseguraron que, en realidad, su vuelta al PRO no figuraba, al menos hasta el año pasado, entre sus principales objetivos. Su agenda internacional, resaltaron, lo mantuvo bien ocupado, y no tiene intenciones de resignarla: solo en el 2023, el ex presidente contabilizó unos cuatro meses afuera del país por su rol en la fundación FIFA, los vínculos globales y las charlas universitarias.
Puede que todo eso sea cierto. Pero a Macri le fascina el poder, y la decisión de volver a conducir las riendas del PRO obedece no solo a un intento urgente por revitalizar un partido al que incluso desde algunos sectores internos empezaron a escribirle el certificado de defunción, si no en la necesidad de influir en la gestión libertaria y de posicionarse como el interlocutor principal de Javier Milei de cara a una eventual confluencia electoral en los comicios del próximo año. Más allá de la actual alianza parlamentaria entre el PRO y La Libertad Avanza, cada vez más aceitada.
“No podemos hacer otra cosa que acompañar”, fue el mensaje que le bajó el ex jefe de Estado en los últimos meses a los innumerables dirigentes que lo visitaron, primero en Villa La Angostura, en su exclusiva casona del country Cumelén, en la que pasó unas largas vacaciones, y después en Olivos, en las oficinas sobre la avenida Libertador, por la que desfilan legisladores, intendentes, empresarios, gobernadores, periodistas y colaboradores. Un ritual que Macri empezó a disfrutar con mayor fruición cuando dejó la Presidencia, en 2019.
Está preocupado, y no se ocupa en ocultarlo. Su definición sobre el funcionamiento del gobierno hace más de una semana en su paso por Rosario, en una charla de la fundación Libertad en compañía de Federico Sturzenegger -uno de los escribas del DNU que el Senado rechazó el pasado jueves-, intentó ser un elogio cuando se refirió a un presidente “ajeno al sistema político” que merece, según pidió, un acompañamiento “a la altura de las circunstancias”, aunque segundos antes había deslizado: “Un verdadero outsider, es él, su hermana y las redes sociales”.
Según Macri, por la concentración del sistema de toma de decisiones en ese tridente del poder -las “redes sociales” remiten inequívocamente, además del presidente y su hermana Karina, al tercer integrante de la mesa chica del gobierno, el consultor Santiago Caputo- se explica, en buena medida, la inacción -parálisis, en algunos casos- en muchísimas áreas de la administración central. No hay una iniciativa, por menor que sea, que no tenga que pasar por ese filtro.
Hace un mes, al ex mandatario le acercaron un documento con información del Boletín Oficial con la cantidad de casilleros del gobierno que aún restaban completar de manera oficial: hasta el momento en que recibió ese papel, todavía eran miles. “Había nombrados solo un tercio de los funcionarios”, explicaron. Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, trabaja, además, como virtual jefe de Recursos Humanos. Por despachos oficiales, y de la oposición, circuló, en ese contexto, la ejecución presupuestaria de los ministerios, con cifras alarmantes en algunas áreas.
Abundan los ejemplos. Uno de los casos más resonantes es la Secretaría de Minería, un cargo estratégico, sin nadie a cargo. Hace dos semanas, en la feria más importante a nivel mundial (FDAC por sus siglas en inglés), en Canadá, el Gobierno no envió representantes nacionales: pululaba solo un cuadro técnico de menor jerarquía del Ministerio de Economía. Y para peor: también las ex secretarias Flavia Royón y María Fernanda Ávila.
La ANSES es otro ejemplo que Macri mira especialmente porque quiso que la Casa Rosada designara a un dirigente de su riñón al frente del organismo antes de que se impusiera Mariano de los Heros, promocionado por la ministra Sandra Pettovello. Las delegaciones distritales en el interior del país, y en el Gran Buenos Aires, aún están en manos de la oposición.
Hay otro tema, sin embargo, que entusiasma como pocas cosas al ex jefe de Estado: la discusión en torno a las sociedades anónimas en el fútbol, una idea, según los especialistas, de muy difícil aplicación en el país, por la idiosincrasia local. Un plan que lo conecta con el pragmático de Daniel Scioli, el secretario de Turismo y Deportes, fanatizado con el modelo brasilero, que aceptó el desembarco de Julio Garro -fue oficializado este viernes-, impulsado por el ex mandatario, en la subsecretaría de Deportes. Macri fatiga los teléfonos de dirigentes del fútbol, de los más diversos clubes. Detesta a la actual conducción de la AFA: trabaja para desplazarla. Los dichos de Carlos Tévez de hace dos semanas, por los polémicos arbitrajes en torno a Independiente, se encuadran dentro de ese plan.
El ex presidente habla con Milei muchísimo más de lo que se publica. Es más: se encontraron más veces de las que trascendieron. El último encuentro -al menos el que pudo confirmar este medio- fue hace algunas semanas. Las conversaciones giran, en general, en torno a la macroeconomía, el único issue que ocupa al Presidente, obsesionado con el equilibrio fiscal, la acumulación de reservas y la desaceleración de la inflación, una variable que inquieta por el IPC de este mes. Macri también se vio en más de una oportunidad con Caputo, el estratega, con el que habla y chatea seguido, e intercambió sobre asuntos vinculados a la gestión.
Después de la última conversación con el jefe de Estado, Macri se vio, a solas, con Karina Milei y Posse. En el macrismo están convencidos de que el jefe de ministros repele cualquier tipo de acción -y designación- impregnada de tufillo amarillo, a pesar de que, por ejemplo, el responsable de su firma en la Jefatura de Gabinete, un cargo sensible, es un técnico de extrema confianza de Guillermo Dietrich, uno de los ex funcionarios del riñón macrista. Cerca de Posse desechan esa hipótesis. No trascendieron detalles de esa cumbre, como casi todos los movimientos que rodean a la secretaria General de la Presidencia, hiper celosa de la información. Fue uno de los motivos que la llevó a prescindir de los servicios de Alejandro Guglielmi, el flamante ex jefe de la Casa Militar que había llegado a ese lugar, justamente, de la mano del ex mandatario.
El rol de la hermana presidencial es cada vez más decisivo: si en la campaña se encargó de las finanzas, la logística y de la psiquis del líder de La Libertad Avanza, su influencia desde que desembarcó en la Casa Rosada es inabarcable. El sistema político se había desacostumbrado a un secretario General tan determinante en la toma de decisiones.
El ex presidente lo supo desde el día uno, pero no fue el único de su familia: también Jorge Macri. Hace poco más de una semana, el jefe de Gobierno porteño visitó a la funcionaria en Olivos, confirmaron a Infobae fuentes al tanto de la reunión. Hablaron durante 90 minutos, abundaron. Al final, se sumó el jefe de Estado. El ex intendente de Vicente López pidió por ella, para empezar a tejer un nexo.
En la Ciudad, el corazón del proyecto macrista, también hay una creciente preocupación por el rumbo de la gestión nacional. “Nadie resuelve nada”, se quejó una fuente de la gestión porteña. El jefe de Gobierno había intentado hablarlo con el Presidente en Roma, en un breve cruce a solas, en la visita que compartieron a mediados de febrero por el Vaticano. Jorge Macri tuvo mejor suerte que la comitiva de empresarios de primerísima línea que viajó a la Santa Sede, invitados por el Gobierno, con la excusa de la canonización de Mama Antula: ninguno accedió a una charla con el mandatario.
La posición de la administración porteña es por demás incómoda en un contexto de dispersión, y desorientación del sistema político, que se replica en el plano local. La Legislatura es un espejo del Congreso: el PRO y sus aliados necesitan de LLA para la sanción de las leyes. Se descuenta, por eso, un año con baja productividad legislativa: “Solo proyectos con consenso”, aventuró una fuente de ese cuerpo.
La incertidumbre de las autoridades porteñas no radica solo en el estilo de liderazgo de Milei, y en la suerte legislativa del DNU y la Ley de Bases: se basa, en especial, en la deuda que Luis “Toto” Caputo mantiene con la administración de Macri después de que la Corte Suprema resolviera por la demanda presentada tras el recorte propinado por Alberto Fernández en septiembre del 2020. “Hay compromiso de resolver el tema y empezar a pagar”, dijeron este sábado desde la Ciudad. Está prevista una reunión con Caputo para las próximas semanas, agregaron.
Mauricio Macri es consciente de que se encuentra frente a una encerrona. Capitalizar un eventual éxito del gobierno libertario le resultará de por sí un objetivo de dudosa concreción. Pero el hipotético fracaso de Milei lo arrastrará junto a él más temprano que tarde.
Es una de las razones por la que procuró reavivar al PRO -pretende darle una mirada federal, sincerarlo ideológicamente y promocionar a dirigentes más jóvenes-, y desde ese sillón negociar en pos de una confluencia electoral con La Libertad Avanza en el 2025 -es la hoja de ruta que, por caso, se trazó para la provincia de Buenos Aires Diego Santilli, cuyo apoyo irrestricto al gobierno cosechó en estas últimas semanas el asombro del sistema político-, y para centralizar el potencial desembarco de cuadros macristas, una situación que, según aseguraron cerca del ex presidente, podría efectivizarse recién hacia mitad de año. “No tenemos apuro”, explicaron. Dicen que hay que esperar a junio, y al desenlace de los próximos meses. Es cierto que la inflación mostró una tendencia a la baja, pero existen indicadores preocupantes en la actividad económica, que se desplomó, por el programa ortodoxo ejecutado por Caputo. Con indicios sociales que alarman: según fuentes de la Iglesia, la demanda en los comedores se triplicó y en el conurbano hay una migración de los colegios parroquiales a las escuelas públicas.
Es una maniobra que apunta, además, a neutralizar a Patricia Bullrich, con la que por estas horas se negociaban lugares en el PRO de cara al cierre de listas de este martes. La ministra de Seguridad amagó con presentar una boleta propia, solo para fastidiar al ex mandatario. El vínculo entre ella y Macri es nulo. La relación ya se había quebrado desde que, según el ex mandatario, la ministra definió de manera unilateral sumarse al gobierno libertario. La funcionaria dice que no fue así, y que, en todo caso, fue la primera en apostar por Milei cuando salió tercera en las elecciones generales de octubre pasado. Cerca de Macri resaltaron que, en términos simbólicos, por algo el Pacto de Acassuso se selló en su casa de esa localidad. Ya arrastraban rencillas de campaña por la estrategia política, y terminaron de enemistarse cuando el ex jefe de Estado sintió que la ministra desafiaba su autoridad. En la muestra Expoagro, la semana pasada, evitaron cruzarse.
A Bullrich, cualquiera de esos argumentos le resbalan. Ya ató su suerte a la del gobierno. El futuro de Macri también está sujeto a la performance del proyecto libertario. En ese contexto se enmarcan sus movimientos.