Economía

El Banco Central derogó las cuentas bimonetarias para turistas: nunca llegó a abrirse ni una sola

El día que la Argentina decida escribir la historia de su interminable cepo cambiario, las cuentas bimonetarias para turistas extranjeros seguramente ocuparán un lugar memorable. Esta semana el Banco Central decidió su derogación y cerró esa historia sin que ningún banco haya abierto jamás ni una sola. A través de la Comunicación A8006, el directorio de la entidad monetaria dispuso “Dejar sin efecto las disposiciones relativas a la ‘Caja de ahorros para turistas’ contenidas en el punto 3.12. de las normas sobre ‘Depósitos de ahorro, cuenta sueldo y especiales’”.

El objetivo de las cajas de ahorro para turistas al ser creadas, en octubre de 2021, era que los visitantes extranjeros dejen sus dólares en el circuito formal y no a los arbolitos, como ocurría en la mayoría de los casos. Era algo esperable: si el turista gastaba con su tarjeta, cada uno de sus dólares valía 98 pesos. Si, por el contrario, se inclinaba por el “dólar conserje”, el cambio paralelo que le ofrecían en su hotel o en cualquier comercio, le pagaban 188 pesos. La brecha cambiaria rondaba el 90% y no había mucho para analizar.

El negocio para el turista, en un país donde los arbolitos son tán fáciles de encontrar, era evidente. Todos los extranjeros llegaban advertidos de que usando efectivo los dólares valían el doble. La única incomodidad era transportar las pilas de pesos: el billete más alto era el de $1.000, que equivalía a 5 dólares a la cotización libre.

Así fue que el Banco Central decidió armar una cuenta solo para extranjeros, a fondear desde el exterior o con dólares en efectivo en ventanilla, hasta un tope de USD 5.000 o el equivalente en otras monedas. “Estas cuentas podrán utilizarse para compras en comercios en pesos en el país, tanto mediante tarjeta de débito como a través de aplicaciones de banca digital, y para realizar retiros de efectivo de moneda nacional. En las cuentas en pesos no se admitirán depósitos, transferencias de terceros ni su utilización para realizar inversiones”, decidió el BCRA.

Se preveía que la cuenta bimonetaria permitiera cambiar los dólares al tipo de cambio MEP, de $180. El Central estimó que se quedaría para sus reservas con alguna parte de los dólares que ingresaban los turistas gracias a las nuevas cuentas. Pero nada de eso ocurrió, ya que ni siquiera el Banco Nación llegó a ofrecerlas. En lo operativo, en los bancos sobraban las dudas: nadie sabía qué pasaba con otras monedas distintas al dólar, la apertura online de una cuenta tiene requisitos que un extranjero no puede cumplir y si al dejar el país quedaba un saldo, el turista no se lo podía llevar en efectivo.

Hubo promoción del sistema entre las cámaras bancarias y las cámaras de turismo. Pero mientras los bancos se negaban a abrirlas, cualquier agente de viajes de a pie se hacía otra pregunta: ¿por qué un turista iba a querer hacer un engorroso trámite presencial en un banco al llegar de vacaciones a un país extranjero si moviéndose en efectivo, además, su dinero rendía más?

Un cambista ilegal conocido como "arbolito" trabaja en el centro de Buenos Aires. REUTERS/Agustin Marcarian
Un cambista ilegal conocido como "arbolito" trabaja en el centro de Buenos Aires. REUTERS/Agustin Marcarian (Agustin Marcarian/)

Nueve meses después, ante el fracaso de las cuentas bimonetarias, hubo otro intento de que los turistas no vendan sus dólares en el mercado blue. En julio de 2022 se habilitó otro mecanismo que también fue derogado hace pocas horas por el Banco Central: se habilitó a los bancos a vender 5.000 dólares, “por persona, por mes y en efectivo”, al tipo de cambio MEP a los extranjeros.

Para entonces, la brecha se había estirado. Y las preguntas volvían: ¿por qué un turista cambiaría un dólar por $128 cuando cualquier “arbolito” de la calle Florida le pagaría $310? Y más aún: ¿qué comerciante argentino no aceptaría dólares billete de un extranjero, para pagar cualquier producto?

La segunda propuesta tampoco funcionó. Para los bancos y casas de cambio eran todos riesgos: se incumplian múltiples normas (el “conozca a su cliente”) al tiempo que debían liquidarle los pesos de inmediato al turista y esperar el “parking” de 48 horas que suponía la operación de dólar MEP. También era una invitación a hacer un “rulo” para aquellos extranjeros de zonas limítrofes, que conseguían vender USD 5.000 dólares mensuales a un precio favorable.

Un informe del ministerio de Turismo de ese momento estimó que solamente el 14% de las divisas que los extranjeros ingresaban al país lo hacían por el mercado legal. Y dentro del Gobierno muchos creían que tal vez era mejor así: el turismo alimentaba la oferta de dólar blue y, de algún modo, contenía su precio, algo que nunca está de más.

Tiempo después se consiguió instrumentar que los extranjeros que paguen con tarjeta puedan “cotizar” sus dólares al tipo de cambio MEP y así, al menos, el circuito cambiario legal llegó a quedarse con una porción mayor de esas divisas.

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