El asma afecta a 4 millones de argentinos: cómo será la campaña que busca impulsar la detección precoz
El asma es una preocupación sanitaria importante en el mundo. Aproximadamente 260 millones de personas a nivel global padecen esta enfermedad crónica que, sin el tratamiento adecuado, puede tener graves consecuencias, según la Global Initiative for Asthma (GINA), asociación vinculada a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El asma también implica una considerable carga económica, en especial en América Latina. En Argentina, este trastorno insume una significativa porción de los recursos destinados a la salud pediátrica, según informó la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) y la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Pese a los avances en los tratamientos, en el país conviven con esta condición alrededor de 4 millones de personas, y anualmente se registran más de 15.000 hospitalizaciones por crisis asmáticas. Estas cifras evidencian la necesidad de mejorar la educación y el control sobre esta patología, que afecta la salud, y genera ausentismo escolar y laboral.
Campaña de detección
La Asociación Argentina de Pacientes con Asma (AAPA) anunció la Segunda Campaña Nacional de Detección Abierta, Gratuita y Voluntaria de Asma que tendrá lugar entre el 20 y el 24 de mayo.
Todas las personas que pueden sospechar que padecen asma y estén interesados en participar pueden ingresar entre el 13 y el 17 de mayo a la web www.pedirturno.com.ar, donde en primer lugar deberán responder un cuestionario y luego acceder a solicitar un turno, ya sea presencial o virtual, con un especialista.
Los organizadores revelaron que durante la primera Campaña de Detección realizada en 2023, el 77,63% de los asistentes a las consultas fueron diagnosticados con asma. La intención es continuar en esta nueva edición con la labor de detección temprana y tratamiento adecuado de la enfermedad.
Qué es el asma y cómo se trata
El asma es una enfermedad crónica, frecuente y potencialmente grave caracterizada por inflamación crónica de las vías respiratorias y la presencia de síntomas como sibilancias, falta de aire, opresión torácica y tos, que varían con el tiempo y en intensidad, junto con una limitación variable del flujo de aire espiratorio.
No se trata de una enfermedad propia de la infancia únicamente, sino que puede ocurrir en cualquier momento de la vida. Tampoco es un mal contagioso porque no es una patología infecciosa, pero se debe tener en cuenta que las infecciones respiratorias virales (como el resfriado común y la gripe) pueden causar exacerbaciones o crisis en pacientes asmáticos.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) “no conocemos todas las cosas que pueden causar el asma, pero sí sabemos que se han vinculado factores genéticos, ambientales y ocupacionales a la aparición del asma”.
El mismo organismo estadounidense indicó que la prevención de los ataques de asma requiere reconocer signos de advertencia y evitar desencadenantes como el humo del tabaco, ácaros del polvo, contaminación atmosférica, alérgenos de cucarachas, mascotas y moho, entre otros factores, incluida la exposición a humo de la quema de leña y ciertos factores emocionales.
La correcta gestión del asma incluye evitar estos desencadenantes, mantener una higiene adecuada en el hogar y seguir las indicaciones médicas relativas al consumo de medicamentos para el asma, los que se clasifican en tratamientos de alivio rápido y control a largo plazo. Es fundamental para las personas con asma elaborar un plan de acción contra él, en colaboración con su proveedor de atención médica, garantizando así una mejor calidad de vida y reduciendo los riesgos asociados a esta condición.
Según la AAPA, existen “avances muy importantes en la medicación” contra el asma. Actualmente, “es altamente probable alcanzar el control de la enfermedad con el tratamiento adecuado, y los pacientes pueden tener una calidad de vida equiparable a la de alguien sin la enfermedad”.
Entre los fármacos se utilizan los corticoides que “son el antiinflamatorio por excelencia y son el tratamiento de base de la enfermedad. Logran reducir la frecuencia e intensidad de los síntomas y el riesgo de padecer crisis”. La misma institución señaló que existen “rescatadores/aliviadores de los momentos de crisis” y, además, “anticuerpos monoclonales/biológicos”.