Milei prolonga la indefinición en medio de la crisis del Gabinete y analiza sumar una reestructuración del organigrama
Enviada especial a Córdoba.- Javier Milei había ordenado que su visita a esta ciudad por el acto del 25 de Mayo de 1810 fuera muy corta y precisa. “Pidió llegar, saludar, hablar y volar de vuelta. A las cuatro y media se termina todo”, contaban las autoridades locales. Y así fue. El Presidente, que se mostró locuaz pero no tan vivaz como de costumbre, quería evitar demasiado despliegue político junto a sus ministros en un momento difícil para el Gabinete, cuando se esperan cambios de nombres y podrían sumarse modificaciones en la estructura.
Por lo pronto, todo indica que la agonía por las definiciones se prolongará, y altos funcionarios indicaron que “nadie lo sabe, ni siquiera él”, en referencia al primer mandatario. Esto a pesar de las dudas de la política local, pero también, y sobre todo, de los inversores internacionales a los cuales el Presidente llama a confiar en la Argentina para salir de la crisis. Algunos incluso se comunicaron con Posse, que viajó varias veces a Washington en representación del país, para preguntarle qué pasaba.
Por ahora, sólo se sabe que la decisión final será tomada en conjunto con la secretaria general de la Presidencia, Karina, a quien Milei sumó a saludar en el balcón del Cabildo ayer por la tarde en una muestra de que la sintonía de los hermanos está intacta. “Vamos a tener que armar un manual de cómo funciona La Libertad Avanza. La regla número uno va a ser: ‘el Jefe’ manda”, dijo ayer por la tarde un funcionario.
El jefe de Estado estuvo menos de dos horas en la capital cordobesa antes de regresar a Buenos Aires, y en su entorno estaban absolutamente desinformados sobre qué pasará con Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, de quien Milei se encuentra distanciado hace meses por “motivos personales” que pocos en su entorno conocen y absolutamente nadie se atreve a revelar.
Sin embargo, el Presidente y su equipo dieron varias señales de su descontento con el funcionario que ocupa uno de los lugares más relevantes para la administración pública. Lo hicieron tanto por acción como por omisión.
En menos de 24 horas, Milei reconoció de manera directa, en una entrevista por TV, que van a haber cambios en el Gabinete. Luego puso en duda la presencia de Posse en el Cabildo Abierto, cuando se lo preguntaron en La Rural. Después evitó saludarlo en el Tedeum (donde el locutor de la Catedral Metropolitana, además, omitió su nombre). Y por último, volvió a eludirlo en la plaza San Martín, ayer por la tarde. No se sacó una sola foto con él.
Mientras tanto, los voceros del Gobierno, si bien no dijeron oficialmente que Posse dejará su cargo, tampoco se encargaron de desmentir las versiones que se publicaron prácticamente en todos los medios de comunicación indicando que su eyección es inminente. Y en declaraciones en off the record, lo daban por hecho.
El grado de inminencia de las modificaciones es tal que en el Gobierno ya se habla de los posibles sucesores del empresario y amigo (o quizá, ex amigo) de Milei, que ayer se mostró con expresión muy seria en las actividades públicas del Presidente. Se indica en charlas privadas entre ministros con sus comitivas que lo más posible es que se siente en su lugar en el primer piso de Balcarce 50 el ministro del Interior, Guillermo Francos.
Como Posse, él también se relacionó por primera vez con Milei en el sector privado, pero la relación no se percudió sino que, al contrario, se fortaleció en los primeros seis meses del mandato libertario. No sólo con el Presidente sino, sobre todo, con el asesor principal del Ejecutivo, Santiago Caputo, que lo visita a diario, incluso varias veces; y pasa también muy seguido por el despacho de su amigo cercanísimo y segundo en el mando, Lisandro Catalán, encargado del armado político de La Libertad Avanza.
Por lo pronto, Francos, que siempre procura llevarse bien con todos y se cuida de las formas, publicó ayer una sugerente foto que lo mostraba dándose la mano con el Presidente, donde aparecía, en segundo plano, a un costado y solo, Posse.
Karina Milei, en realidad, apunta a ubicar en esa relevante oficina a su asesor, Eduardo “Lule” Menem, que también trabaja en tandem con Catalán. Pero dicen que Milei no está convencido, porque no le tiene tanta confianza como a Francos. Por otro lado, cuentan que el propio armador riojano, de bajísimo perfil, no quiere ocupar esa silla caliente, que además conlleva inherentemente muchas tareas burocráticas y requiere, idealmente, que su ocupante oficie también de vocero del Gobierno (algo que, por otro lado, Posse siempre se negó a hacer).
En la cúpula libertaria dan tanto por sentado que Posse se va y que lo reemplaza Francos, que incluso piensan en quién sería el próximo ministro del Interior. Y ahí vuelve a sonar Lule Menem, que está dedicado a tiempo completo a la estructuración política del partido de Milei en el interior. Los gobernadores, que tendrían nuevo interlocutor, no le tienen especial aprecio. Además, casi todos se llevan bien con Francos, si bien suelen reprocharle su incapacidad para dar respuestas concretas a los pedidos que le hacen.
En este embrollo de nombres y especulaciones sobre los nombres, no se descarta una reestructuración del organigrama. Puntualmente, se evalúa la posibilidad de que Francos, al asumir como jefe de Gabinete, absorba Interior al mismo tiempo dentro de su órbita. Pero también existe la posibilidad de que, al contrario, le resten atribuciones a ese área. “La Jefatura de Gabinete es una de las peores cosas que se instauraron en el Pacto de Olivos”, repitieron varias veces en las últimas semanas colaboradores del riñón de Milei. Y aseguraron que, si bien eliminarla no es viable pues está consagrada en la Constitución, sí se podría restarle atribuciones de hecho. En otras palabras, vaciarla.
El Presidente, dicen, no está urgido. Mientras tanto, los teléfonos de los funcionarios arden.