Javier Milei ante una votación crucial: tensión, hiperactividad y dudas sobre el cambio de mando con Villarruel
La primera votación de la ley Ómnibus, en febrero, que terminó en catástrofe, había encontrado a Javier Milei en Israel, al margen de la discusión política y abocado, en cambio, a los primeros contactos con el gobierno de Benjamin Netanyahu. Hoy, en el segundo ‘día D’ de los libertarios por la votación de la ley Bases y el paquete fiscal, el Presidente adoptó una estrategia exactamente opuesta. Además de organizarse para estar en el país en el tramo final de las negociaciones, mantuvo intactos en su agenda los dos eventos en los que tenía planeado exponer, por la mañana y por la tarde. Y no terminaba de decidir el horario de su vuelo rumbo a Europa para participar del G-7, justamente, por la votación.
Milei seguía con mayor interés que hace seis meses los idas y vueltas entre la Casa Rosada y el Congreso. Aunque implacablemente reacio a hablar con la dirigencia de manera directa, monitoreaba el debate de cerca a través de sus principales colaboradores, que sí estaban en contacto con la oposición dialoguista: su jefe de Gabinete, Guillermo Francos y el asesor todoterreno Santiago Caputo.
También su hermana, Karina Milei, que a su vez se informaba de primera mano del curso de las negociaciones por medio de su mano derecha, Eduardo Lule Menem, que estuvo por la mañana en el Senado y regresó cerca del mediodía a Balcarce 50, con novedades frescas. Allí había estado con su primo, Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. En paralelo, trajinaba el Congreso desde temprano el vicejefe de Gabinete, José “Cochi” Rolandi, principal -y casi único- nexo con la presidenta del Senado, personaje central de la jornada, Victoria Villarruel.
Francos, principal informante del Presidente, no pisó el Congreso, al igual que su secretario de Interior, Lisandro Catalán. En cambio, se encontraban en Balcarce 50 desde la mañana, y nadie en el ministerio coordinador se atrevía a asegurar que vayan a ir, al menos con seguridad. “Lo más probable es que lo haga”, decían algunos, con cuidado. “Si va, es porque tiene que seguir ajustando”, agregaban otros.
La primera aparición de Milei fue esta mañana, en EXPO EFI de La Rural, donde reivindicó su gestión y su plan con frases grandilocuentes (“Me van a tener que sacar muerto de la Rosada para lograr quebrar el déficit fiscal”, dijo), pero con cuidado de no despotricar contra “la casta” en el momento más álgido de su administración. Para esta tarde, se esperaba un mensaje similar en el hotel Hilton, donde tiene planeado hablar frente a los miembros del think tank conservador norteamericano CATO Institute, que organizó también la Fundación Libertad y Progreso. Por la mañana, había estado en el lugar la canciller, Diana Mondino, cuya continuidad se encuentra en duda.
La gran incógnita de la jornada gira en torno al horario del viaje de Milei a Italia. Hasta ayer, en Balcarce 50 aseguraban que tenía planeado partir a las 22.30. Pero esta mañana empezaron a ponerlo en duda y el Presidente estaba dispuesto, incluso, a postergar hasta la madrugada la salida. Justamente, para no perjudicar con su ausencia el equilibrio de la votación. Llamativamente, el vocero presidencial, Manuel Adorni, informó este mediodía en su canal oficial de WhatsApp con detalle cómo sería toda la agenda internacional y hasta el horario de su vuelo de regreso. Pero omitió incluir un dato tan básico como el de salida.
El motivo de estas especulaciones tiene que ver con el reglamento del Senado. En caso de ausencia, el jefe de Estado debe ser reemplazado por la vicepresidenta -Victoria Villarruel- que por ese motivo debería dejar su rol como presidenta del Senado y, por tanto, no podría desempatar la votación (el escenario más probable es que las voluntades queden 36 a 36). Si Milei se fuera temprano, terminaría decidiendo el tercero en la línea de sucesión, Bartolomé Abdala, senador libertario por San Luis. Un escenario demasiado enredado para un momento político tan importante, que el Presidente quiere evitar.
“Bartolomé tendría doble voto, de cualquier forma estamos cubiertos”, deslizó uno de los hombres fuertes del Presidente esta mañana en un pasillo de Gobierno. Pero tampoco se atrevía a decir a qué hora se va Milei.
En la Casa Rosada dijeron que el motivo por el cual Milei atrasa el horario del viaje se debe a que quiere asegurarse de la ley salga. Relativizaron así versiones del sector más intransigente del Gobierno, encabezado por Santiago Caputo, donde se mostraban muy seguros de que, en caso de que el proyecto central se caiga, se verán igualmente beneficiados. “Milei no se quedaría si no estuviera buscando que salga”, deslizaron en el ala dialoguista que se identifica con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
En el Gobierno estaban expectantes por la ley Bases no sólo por las repercusiones en los mercados internacionales, sino también por los efectos que podría conllevar en el Gabinete. Una nueva debacle podría significar que el Presidente se vea obligado a sacudir el tablero para mover fichas nuevamente. En PRO, mientras tanto, estaban agazapados. Un triunfo para el oficialismo con su ayuda podría permitirles pedir una retribución. Y un fracaso les habilitaría los argumentos para ofrecer ayuda, es decir, poder meter a sus cuadros en la administración libertaria, la tarea pendiente de Mauricio Macri.