Crecen los casos de demencia en América Latina: cuáles son los desafíos para diagnosticar y tratar a tiempo
La pérdida de la memoria, las dificultades para comunicarse o encontrar las palabras, la dificultad con las habilidades visuales y espaciales, como perderse mientras se conduce, los problemas para razonar o resolver problemas, la confusión y desorientación, entre otros, pueden ser síntomas de demencias.
En América Latina, los países se ven afectados por el aumento de la prevalencia y la incidencia de las demencias por “un rápido cambio demográfico con un crecimiento acelerado de la población que envejece”, según informaron un grupo de expertos en un nuevo artículo en la revista Alzheimer & Dementia.
Existen diferentes tipos de demencias. La más frecuente es la enfermedad de Alzheimer. Pero también se pueden desarrollar la demencia vascular, la demencia de cuerpos de Lewy, la frontotemporal y la demencia mixta.
El nuevo trabajo, que tiene como primera autora a la doctora Ana Luisa Sosa, del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México, sirve como una advertencia para las autoridades sanitarias y para la sociedad en general.
El incremento de los casos de personas con demencias para el futuro van a implicar “una profunda carga sanitaria, social y económica para los pacientes, los cuidadores, la salud pública y los sistemas sociales”, afirmaron.
A nivel mundial, se sabe que la población está envejeciendo por un aumento acelerado de la esperanza de vida y el descenso de las tasas de fertilidad. Pero en América Latina esa transición demográfica se está produciendo más rápidamente que en los países de ingresos altos.
La esperanza de vida en la región creció de 48,6 años en 1950 a 75,2 años en 2019, y se prevé que sea más similar a la esperanza de vida en América del Norte en el año 2100.
“En consecuencia, América Latina está experimentando una rápida fase de envejecimiento, con proyecciones que sugieren que para 2047, los individuos de 60 años o más superarán en número a los menores de 15 años”, escribieron en el artículo.
En ese contexto, la demencia en América Latina puede crecer significativamente “debido al aumento proyectado en la población de personas mayores de 60 años, con un incremento del 205% entre 2010 y 2015, según el Global Burden of Disease. La prevalencia actual de demencia en la región es del 8% al 10%, siendo mayor en mujeres, personas con menor nivel educativo y residentes rurales”, según contó a Infobae la investigadora en neurociencias del Conicet y Fleni en Argentina, Lucía Crivelli, quien fue coautora del trabajo.
Las tasas de incidencia van desde 18,2 en Perú a 30,4 en México por cada 1000 personas-año para las personas de 65 años o más. En Brasil, la incidencia varía de 11,2 a 26,1 por cada 1000 personas-año.
Qué factores de riesgo favorecen el aumento de demencias
En diálogo con Infobae, Julián Bustin, jefe de gerontopsiquiatría y clínica de Memoria de INECO y profesor del departamento de salud mental y psiquiatría de la Universidad Favaloro, explicó: “Los casos de demencia aumentan fundamentalmente por el aumento en la expectativa de vida ya que la edad es el factor de riesgo más importante para las demencias”.
En la región de América Latina las demencias van a aumentar en mayor medida comparado con los países más desarrollados por estos dos motivos fundamentales. Una razón es el cambio demográfico con un número mayor de personas mayores a los 65 años.
Otro factor -puntualizó Bustin, quien no participó en el trabajo publicado- es “el menor control en la población de los factores de riesgo, como por ejemplo, el bajo nivel de educación, la hipertensión arterial, el alcoholismo, el sedentarismo, el aislamiento social, entre otros, que pueden tener una influencia de hasta un 40% en el desarrollo de las demencias”.
Qué se propone frente al aumento de las demencias
Las demencias han sido reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una prioridad de salud pública. Se recomendó que cada país ponga en marcha un plan para la concientización del problema, con campañas de reducción de riesgos, y para que se promueva el acceso equitativo al diagnóstico, el tratamiento y el cuidado, se mejoren los sistemas de información de salud para la demencia.
Por el momento, en América Latina, solo siete países (Chile, Costa Rica, Cuba, México, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay) ya han establecido un plan para la demencia. En Perú, Honduras y Panamá hay propuestas en estudio. En Brasil, el plan nacional está bajo observación del Congreso, para ser aprobado.
“Sin embargo, la mayoría de los países no disponen de fondos suficientes para aplicar sus planes de demencia. México fue uno de los primeros países latinoamericanos en establecer un plan, pero está enfrentando múltiples desafíos en la implementación”, afirmó el grupo de expertos integrado por Ricardo Allegri, investigador en neurociencias del Conicet y el Fleni, Agustín Ibáñez, del Instituto BrainLat de la Universidad Adolfo Ibañez en Chile y el Instituto Global de la Salud del Cerebro de la Universidad de California, y Claire Sexton, de la Asociación Alzheimer de los Estados Unidos, entre otros.
En todas las naciones de la región, existen diferentes barreras que impiden que los planes se implementen, como la falta de recursos financieros hasta el estigma social y los conceptos erróneos, el agotamiento de los médicos, los desafíos políticos, la falta de recursos educativos y la falta de continuidad de las políticas públicas en el tiempo.
“El impacto alto y progresivo que van teniendo las demencias en los distintos niveles de la sociedad , desde lo afectivo hasta lo económico, requiere en forma urgente de una organización formal que permita abordar los desafíos actuales y futuros asociados con la demencia”, sostuvo el doctor Bustin.
Por eso, argumentó, “un plan nacional puede ayudar a que se reduzca el riesgo de desarrollar demencias en países como la Argentina. También un plan nacional permitirá facilitar el acceso al diagnóstico y tratamiento adecuado, disminuir los costos económicos y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Además va a garantizar que los recursos se utilicen de manera efectiva y eficiente”.
Consultado por Infobae, el doctor Fernando Taragano, médico neuropsiquiatra, vicepresidente del comité científico de la asociación sin fines de lucro A.L.M.A, y director Médico del Instituto Geriátrico Nuestra Señora de Las Nieves en Argentina, comentó: “Un plan no dice exactamente qué hacer frente al problema de las demencias, pero nos da un norte para que la sociedad en su conjunto pueda encararlo desde una perspectiva integral, incluyendo el gran abanico de tratamientos con menor o mayor evidencia científica. También hay que informar mejor sobre las demencias para que las personas puedan tomar buenas decisiones, como también las familias y los cuidadores”.
Hoy, subrayó Taragano, “se necesita más inversión en investigación para que las personas con demencias puede mantener más autonomía y para que se respeten sus derechos. Aunque no se curen, sí se puede mejorar la calidad de vida de las personas”.
Por su parte, la doctora Crivelli también resaltó la necesidad de que se apoye la investigación científica en la región. “La baja inversión en investigación en Latinoamérica es preocupante y se refleja en la cantidad de ensayos clínicos y la baja cantidad de publicaciones científicas”, dijo.
Se sabe que dos de cada tres casos de demencia se encuentran en países de bajos y medianos ingresos, como la Argentina.
“La investigación es fundamental porque permite comprobar el efecto de los nuevos tratamientos en la población afectada, y así se evita la extrapolación de resultados de otras regiones que muchas veces no son aplicables a la nuestra -expresó la doctora Crivelli-. Además, la investigación permite construir capacidades como la adquisición de equipamiento y el entrenamiento del personal, lo que eventualmente mejora la atención clínica de los pacientes”.
Otro punto para tener en cuenta es el estigma que sufren las personas con demencia. Aún este tipo de trastorno se usa como insulto y sigue enredado en prejuicios. “El estigma hace que todavía no se hable abiertamente de las demencias, que no se consulte y que se demore el diagnóstico. También las personas que cuidan a las personas con demencias encuentren dificultades para hablar lo que está pasando y eso aumenta la carga y el estrés”, expresó el doctor Ibáñez en diálogo con Infobae.
Se necesita elaborar cuanto antes planes para el estigma no sea una barrera que impide el acceso al diagnóstico y al tratamiento y para reducir la carga sobre los cuidadores. “Los países que ya han puesto en marcha planes nacionales para la demencia ya tienen resultados descenso o reducción de la aceleración del incremento de los casos de demencia -enfatizó el doctor Ibañez-. Son cruciales para actuar también sobre los factores de riesgo y deben estar elaborados con adaptación a las características de cada país y con una inversión prevista”.