Salud

¿Los stickers son la nueva expresión del bullying?: su impacto en la salud mental infantil

Los comentarios sobre el peso y la apariencia física son comunes. La violencia digital deja secuelas profundas en la autoimagen y la autoestima de los adolescentes (Getty Images)

En la cultura digital, los stickers se han convertido en una forma popular de comunicación y expresión entre niños y adolescentes en chats como WhatsApp y otras redes sociales. Sin embargo, algunos de estos stickers naturalizan la violencia, la homofobia, la gordofobia, e incluso la violencia sexual y de género, asesinatos y suicidios, lo que tiene un impacto adverso en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes.

Recientemente, el diario El País de España, publicó los resultados de un experimento con alumnas de 17 años en un colegio secundario de Madrid que analiza el impacto en su forma de relacionarse de las imágenes violentas, sexualizadas, nazis y homófobas que comparten con el celular.

Una de las chicas cuenta: “Recuerdo que pasaron uno de una niña como de un año, era una bebé, que estaba en la cama y básicamente la estaban violando… se veía a la niña desde arriba y del chico no se veía la cara”.

Símbolos de conectividad, íconos de red, celular con Wi-Fi, pantalla de smartphone, batería, Bluetooth, cobertura móvil, datos, conexión - (Imagen Ilustrativa Infobae)
La exposición a contenido extremo tiene un impacto negativo en el desarrollo emocional de niños, niñas y adolescentes – (Imagen Ilustrativa Infobae)

Como parte del proyecto, los 35 alumnos de la clase enviaron encuestas anónimas a algunos de sus amigos de fuera del colegio. Recabaron 103 respuestas, de las que se extrae que:

  • 90% colecciona stickers en sus conversaciones de WhatsApp o Telegram
  • 85% crea sus propios stickers
  • 44,3% los crea con imágenes de otras personas

A la pregunta de ¿tienes en tu colección de stickers con contenido racista, machista, homófobo, de ideología radical o violentos?, la mayoría de los adolescentes contestaron que sí, que estaban relacionados con abuso de menores y pornografía.

A la pregunta ¿por qué guardas y usas ese tipo de sticker?, casi el 70% dijo porque “me hace gracia”.

Representación gráfica de un cerebro humano interconectado con un smartphone mediante estructuras similares a conexiones neuronales. La imagen refleja la fusión de la inteligencia artificial con la neurociencia, evidenciando avances en la interacción directa entre el cerebro y los dispositivos tecnológicos. Destaca la integración de la neurotecnología y la computación, sugiriendo el desarrollo futuro de interfaces cerebro-computadora para mejorar la comunicación y la eficiencia tecnológica. (Imagen ilustrativa Infobae)
Expertos alertan sobre las consecuencias psicológicas y sociales de este comportamiento (Imagen ilustrativa Infobae)

Es importante contar que es muy común entre los púberes y los adolescentes (también de algunos adultos) convertir en stickers fotos de compañeros, amigos, familiares, que pueden tomar de cualquier conversación y de redes sociales, sin consentimiento, y convertirla en algo “chistoso”. Muchos de estos son injuriosos y ofensivos para la persona capturada en esa imagen a la que se le agregan elementos, muchas veces para humillarla y reírse de ella.

En la encuesta mencionada y al preguntarles por alguna experiencia negativa con el uso de los stickers una de la respuesta fue, “sí, una vez me hicieron uno por mi peso”.

Estos stickers o memes sobre la imagen de una persona crean una huella digital que es casi imposible de borrar de internet. Esta temática concomitante, el compartir en medios digitales, me preocupa severamente. Puede profundizar en esta columna sobre Sharenting en este medio.

Luego de leer la nota en el medio español, comencé a pedirles a adolescentes y niños conocidos que me compartieran algunos stickers que ellos consideraban de contenido fuerte. La mayoría tenía reparos en enviármelos, les daba vergüenza, y me decían “eran muy zarpados” o frases similares. Con lo cual corroboré que eran conscientes del contenido de los mismos y sobre ellos caía una censura.

Las publicaciones en redes sociales pueden generar expectativas y presiones sociales tanto para los padres como para los niños, creando una cultura de comparación y competitividad (Getty)
Las publicaciones en redes sociales pueden generar expectativas y presiones sociales tanto para los padres como para los niños, creando una cultura de comparación y competitividad (Getty) (Getty Images/iStockphoto/)

El resultado fue abrumador. Mi Whatsapp se llenó de stickers hómofobos, gordofóbicos, racistas, sexualizados, discriminatorios, hacia la discapacidad y superviolentos.

Mi conocimiento hacia el daño que pueden ejercer los stickers lo tengo desde hace años. Algunos pacientes han relatado esta forma de violencia, una nueva expresión del bullying, cuando usaron sus fotos para burlarse de ellos. El impacto, especialmente en la adolescencia, fue profundo y duradero.

Las consecuencias incluyeron una disminución de la autoestima. Si las burlas se referían a su cuerpo, los afectados intentaron ponerse a dieta de inmediato, consultar a un dentista por la forma de sus dientes, operarse, cambiar de ropa, color de cabello e incluso de colegio.

Esta forma de denigración se ha naturalizado, tanto el uso de fotos intervenidas para burlarse como el de compartir imágenes violentas y discriminatorias como si fueran graciosas.

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Un 90% de los adolescentes colecciona stickers en sus conversaciones digitales (Imagen Ilustrativa Infobae)

En los últimos años, se ha observado una tendencia preocupante donde las personas se ríen de situaciones complejas como la discapacidad o la violencia sexual. Esta desensibilización y trivialización de temas graves en forma de humor puede ser extremadamente perjudicial.

Según algunos estudios recientes, la exposición repetida a contenido humorístico sobre temas serios y delicados puede llevar a la minimización del sufrimiento de las víctimas y a la normalización de actitudes insensibles, deshumanizantes y discriminatorias.

En muchos stickers se puede ver el predominio de una visión capacitista, en que las personas “capacitadas” son el parámetro en la sociedad y las personas con discapacidad o con diversidad funcional no lo son y está bien burlarse de ellas. Los stickers que se burlan de la discapacidad, la etnia, la orientación sexual, el género y distintas formas de violencia producen la naturalización del desprecio y la humillación.

La exposición constante a stickers que promueven la violencia y la discriminación influye en la percepción y comportamiento de los niños y niñas. Por ejemplo, si en WhatsApp se burlan de un niño compartiendo un sticker, esto no solo afecta a la víctima en el entorno digital, sino que también puede llevar a que los niños y niñas repitan este comportamiento en la escuela como si fuera algo normal.

Depresión niños
La violencia sexual y la discriminación son temas comunes en los stickers compartidos

Estudios recientes han demostrado que la exposición a contenido violento en redes sociales puede llevar a la normalización de la agresión. Sin embargo, la evidencia sobre intervenciones efectivas para reducir el uso de medios violentos y promover habilidades de visualización crítica es limitada.

Hace tiempo estamos preocupados por el impacto de las tecnologías digitales en el bienestar emocional de los niños y niñas, en particular en lo que respecta al miedo, la ansiedad y la depresión. Las investigaciones más recientes han abordado la naturaleza interactiva de las redes sociales y sus impactos en la ansiedad y la depresión.

Un importante cuerpo de investigación confirma la relación entre los medios digitales y la depresión. Aunque hay evidencia de que un mayor uso de los medios electrónicos está asociado con síntomas depresivos, también hay evidencia de que la naturaleza social de la comunicación digital puede aprovecharse en algunas situaciones para mejorar el estado de ánimo y promover estrategias que mejoren la salud. Pero en relación a los envíos vía chat no se han desarrollado grandes estudios y es una de las próximas tareas que deberemos emprender.

La exposición a stickers de violencia sexual y asesinatos puede tener efectos devastadores en la salud mental de los niños y niñas.

conexión, apego al dispositivo móvil, jóvenes y celulares, cellphone, addiction -(Imagen Ilustrativa Infobae)
Un importante cuerpo de investigación confirma la relación entre los medios digitales y la depresión (Imagen Ilustrativa Infobae)

Las investigaciones han sido categóricas al respecto: la exposición a contenidos sexuales y violentos a temprana edad puede resultar en traumas, trastornos de estrés postraumático y conductas sexualizadas inapropiadas. Estos contenidos no solo desensibilizan a los niños, sino que también pueden influir en su percepción de lo que es aceptable en términos de comportamiento sexual y violento.

La repetición y banalización de estos temas a través de stickers pueden llevar a la normalización de actitudes perjudiciales, desensibilizando a los niños y adolescentes y logrando hacer que perciban estas actitudes como aceptables o incluso normales.

Es fundamental que las familias, educadores y responsables de políticas tomen medidas para supervisar y educar a los niños sobre el uso responsable de las redes sociales.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
La exposición a stickers de violencia sexual y asesinatos puede tener efectos devastadores en la salud mental de los niños y niñas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Fomentar el pensamiento crítico acerca de la cultura digital, por ejemplo imprimiendo como hicieron en la escuela de Madrid y analizando el mensaje real que contienen desde la escuela, o en casa pedir que nos compartan los stickers que los incomoden o les provoquen algún sentimiento encontrado, puede ayudar a promover valores de respeto e inclusión que son esenciales para mitigar los efectos adversos de algunos contenidos.

*Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.

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