¿En papilla o en trozos? Cómo es el innovador método de alimentación infantil guiada por el bebé
El método Baby Led Weaning (BLW) es una tendencia relativamente reciente que apareció por primera vez en 2008, en Inglaterra, de la mano de una enfermera especializada en pediatría y nutrición, que en su práctica médica observó que los niños no necesitaban alimentarse en un proceso escalonado, desde el puré, pasando por el semisólido, el pisado hasta llegar al cortado.
La traducción al español del método ideado por Gill Rapley podría ser “alimentación complementaria dirigida por el bebé”.
En su filosofía, el BLW busca favorecer la autonomía del bebé y su adaptación a las comidas con toda la familia, además de disminuir el riesgo de sobrealimentación y obesidad futuros, a raíz de que el niño pueda ser conciente y controlar mejor su sensación de saciedad.
“En el método BLW la alimentación es guiada por el niño. Si se leen estrictamente los conceptos por los cuales se empiezan a introducir alimentos, se dice que el niño puede iniciar su alimentación complementaria cuando está listo mientras mantiene la lactancia materna o la fórmula y acompaña hasta el destete ese tipo de alimentación”. Así comenzó a explicar a Infobae la médica pediatra, especialista en Nutrición y secretaria del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Amal Hassam (MP 5.645), quien señaló que “desde la SAP y también la Organización Mundial de la Salud (OMS) se sugiere que se debe comenzar la alimentación complementaria progresando la consistencia de los alimentos”.
¿Cuál es la diferencia entre el BLW y la papilla?
Consultada al respecto por este medio, la médica y directora de la Escuela Argentina de BLW, Naida Porreca (MP 18.929) sostuvo que “según la evidencia que existe, no hay diferencia en cuanto a la forma en la que se ofrecen las primeras comidas siempre y cuando —y esto es una salvedad que es importante hacer— si se ofrecen trozos de alimentos para que el bebé tome con sus manos y los coma por sí mismo sean de un tamaño adecuado para que puedan sobresalir de su mano y comer el extremo que sobresale y de una consistencia adecuada para que pueda ser aplastado, básicamente hecho puré, apenas entra en la boca y no tenga riesgo de que algún trozo duro pueda atragantarlo”.
“Y por otro lado, si se eligen papillas, hay que empezar a dejar de pensar las papillas como algo casi líquido —mixeado— si no pensarlas como un puré con consistencia para que el bebé pueda autoadministrárselo, ya sea con sus manos o montado en una cuchara por el adulto pudiendo regular su alimentación y teniendo que hacer movimientos masticatorios —entre comillas— para poder deglutir ese puré”, amplió.
Según ella, “en esas condiciones, los primeros dos meses, daría lo mismo el tipo de método por el que se decide alimentar a un bebé porque en realidad alrededor de los nueve meses ya todo bebé, haya comenzado con purés o con trozos de comida, debería estar masticando trocitos de comida y esto no lo dice el BLW, lo dice la OMS ya desde 2001″.
Y sobre si todos los niños pueden llevar de manera indistinta uno u otro tipo de alimentación, Porreca consideró que “todos los bebés con un desarrollo neurotípico, que a partir de los seis meses cumplen ciertas pautas madurativas neuromotoras podrían alimentarse por sí mismos tomando trocitos de comida con la mano”.
Entre las condiciones necesarias para que un niño pueda llevar a cabo este tipo de alimentación, Hassam enumeró: “El niño debe tener algunas habilidades de desarrollo, como mantenerse sentado con la cabeza erguida, pero además, es fundamental la presencia de un cuidador frente al niño que pueda ofrecerle alimentos que sean seguros en su forma de preparación y en su forma de oferta”.
“Cumpliendo ciertas pautas madurativas, todos los bebés pueden practicar BLW dependiendo de qué tan dispuestos e informados estén los adultos que van a acompañar el proceso”, aclaró Porreca.
Cuál es la evidencia científica disponible hasta el momento
Más que una moda, el BLW propone una manera diferente de relacionarse con la comida. Y como todo lo “novedoso” y diferente, puede presentar oposición en un primer momento. Máxime cuando se trata de una práctica que supone modificar algo que parecía aceptado y seguro para el desarrollo de niños pequeños.
Sin embargo, existe ya alguna certidumbre provista por la ciencia respecto de este método de alimentación complementaria que supone todo un desafío tanto para las familias como para los médicos.
En ese sentido, según una revisión de la Asociación Italiana de Pediatría, el BLW podría permitir un mejor aprendizaje temprano sobre las capacidades saciantes de los alimentos y, por lo tanto, permitir una mejor respuesta a la saciedad.
Al respecto, la referente de la Escuela Argentina de BLW, quien dirige ese espacio junto con la pediatra Sabrina Critzman, destacó que “hay que entender que lo que subyace a este método es básicamente lo que se llama alimentación perceptiva, que no es ninguna novedad, ya que lo plantea la OMS desde 2001, lo volvió a plantear en 2010 en documentos publicados para profesionales e hizo lo propio en su último consenso de 2023 en el que sugiere que la alimentación complementaria debe estar basada en esta filosofía en donde se respetan las señales de hambre y saciedad del bebé”.
“No importa si el bebé come con trocitos o si le damos puré con cuchara en la boca; siempre tiene que primar el respeto por las señales de hambre y saciedad y por lo tanto no habría diferencia en un método y otro”, agregó.
Y tras reconocer que “el BLW está más alineado con un tipo de crianza que tiene en claro que el bebé es un sujeto que tiene participación activa en sus procesos de aprendizaje y tiende a no forzarlos”, la experta destacó que “se asocia a BLW mucho más al respeto por la saciedad, la capacidad de desarrollar una relación más saludable con la comida y a futuro se cree que eso podría impactar en la calidad de la ingesta, la modalidad de la ingesta, y la conexión con el alimento en la adultez”.
Otro estudio sobre el método y su impacto en la salud del niño es el Bliss, que para Hassam es “el trabajo más serio realizado”, y que fue realizado en Nueva Zelanda en 2015.
El estudio abordó dos de las principales críticas que se le hacen al método, que son el riesgo de atragantamiento y las carencias nutricionales.
Los investigadores dividieron una muestra de 260 familias, a las que desde el período de gestación se les brindó información sobre lactancia y luego del nacimiento, un grupo fue capacitado para establecer la alimentación complementaria a través de BLW y el otro para establecerla a través del método tradicional a cuchara.
“Al grupo que se le asignó BLW se le dieron indicaciones específicas acerca de cómo debían ser los alimentos, cómo debían ofrecerse, cuáles eran los alimentos con riesgo de atragantamiento, etc. y también la composición del plato en cuanto a su densidad calórica, nutricional y la presencia de hierro, que es un micronutriente fundamental en esta etapa”, precisó Porreca sobre el trabajo.
Hecho esto y con toda esa educación de las familias, se obtuvo que no hubo diferencia entre los episodios de atragantamiento resueltos por el bebé, la progresión del peso y la presencia o no de anemia, entre los bebés alimentados por un método u otro.
El problema, para Porreca, “es que todavía hay profesionales de la salud que acompañan familias con bebés en esta etapa que no están dispuestos a conocer otras maneras, y que pretenden imponer la que creen que es la correcta cuando ya la Sociedad Argentina de Pediatría tomó una postura muy abierta y dice que lo importante es que la familia esté adecuadamente informada de los potenciales riesgos y cómo minimizarlos, que no hay ningún motivo científico para recomendar una forma u otra, y que el profesional debería estar informado de ambas para poder acompañar a la familia”.
Qué deberían saber los padres antes de optar por el BLW
En este punto, y respecto al riesgo de atragantamiento que argumentan muchos de quienes se oponen al BLW, Porreca sostuvo que “más allá del método de alimentación con el que decían iniciar la alimentación complementaria, todas las familias deberían tener hecho un entrenamiento en RCP”. “No importa si van a elegir BLW o papillas; los bebés se meten cosas a la boca en el marco de la normal etapa de exploración oral, y generalmente en la práctica los bebés que practican BLW y que sus familias lo dejan explorar con alimentos seguros suelen meterse menos objetos inseguros a la boca”.
Además, según su mirada, “todas las familias deben saber cuáles son los alimentos sólidos con riesgo de atragantamiento que deben evitarse hasta por lo menos los tres/cuatro años como dice la Sociedad Argentina de Pediatría y esto es independiente al método de alimentación con el que elijan empezar la alimentación complementaria”.
“Por supuesto quienes deciden hacer BLW tienen que conocer las consistencias, tamaños y forma de presentación segura de los alimentos, información que cualquier profesional que se haya capacitado en el tema se lo puede transmitir de forma muy clara y sencilla”.
Para Hassam no es un tema menor a tener en cuenta el estímulo de las habilidades motrices que el método promueve, así como “la finalidad a futuro del control de la obesidad basado en mantener la saciedad de los niños”.
Además, según la experta de la SAP, el BLW “favorece que la alimentación sea un momento placentero y que el niño pueda explorar los alimentos”.
“Si se observa a largo plazo, entre el año y los dos años, se ve que los niños que siguen este método de alimentación pueden controlar un poco más su sensación de saciedad —apuntó la pediatra—. Además, los análisis respecto del crecimiento muestran que no hay diferencias de crecimiento entre el método tradicional versus BLW”.
Y sobre los déficit potenciales de nutrientes que se temen, sobre todo el hierro y algunos micronutrientes, para Hassam “estos deberán ser seguidos y suplementados como a todos los niños de esta edad”.
“Si tuviese que dar una impresión personal, creo que los profesionales en la actualidad no son tan estrictos como antes en cuanto a que la alimentación deba ser puré, picada o cortada en trozos y sí promueven acompañar al niño en sus habilidades y evaluar qué tipo de alimentos podemos dar en cada etapa”, analizó la médica de la SAP. Y finalizó: “Un método oportuno podría ser no ser tan estricto y permitir un mix entre la tradicional papilla y el BLW, con buen aprendizaje de las familias y siguiendo siempre el desarrollo de los niños”.