La Academia Nacional de Medicina incorporó al Premio Nobel de Medicina Harvey Alter como Miembro Honorario Extranjero
La Academia Nacional de Medicina incorporó como Miembro Honorario Extranjero al distinguido virólogo estadounidense Harvey Alter, reconocido como Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2020. En un evento realizado en el Aula Magna de la prestigiosa institución, el descubridor del virus causante de la hepatitis C (VHC) recibió la medalla y el diploma que lo distinguen de manos del presidente de la ANM, el doctor Miguel Podestá.
Así, el científico galardonado con el Nobel se convirtió en el 13.º en alcanzar la máxima distinción para un profesional de otro país en la institución. “Es un honor y privilegio que el doctor Harvey Alter sea un nuevo miembro honorario de la Academia Nacional de Medicina, una institución fundada en 1822, con más de 200 años de existencia”, dijo emocionado a Infobae el doctor Juan Antonio Mazzei, expresidente de la ANM y el responsable de la presentación del distinguido experto en la entrega.
Y agregó: “Alter, que ha recibido innumerables distinciones, puede decir que se siente agradecido, pero la verdad es que nosotros en la Academia somos los agradecidos y honrados de contar a esta eminencia en medicina como miembro de nuestra prestigiosa institución médica”. “En definitiva, es un premio para la Academia, no para el doctor Alter”, destacó Mazzei.
A sus 89 años y con más de 50 estudiando el VHC, Alter manifestó su optimismo sobre la posibilidad de eliminar la hepatitis C a nivel global. Según explicó, el factor clave es identificar y tratar a millones de personas que desconocen ser portadoras del virus, el cual puede derivar en cirrosis o incluso en cáncer hepático. Asimismo, destacó que es una gran oportunidad para curar a todos los enfermos y eliminar la hepatitis C del mundo, ya que se encuentra trabajando junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Coalición para la Eliminación de la Hepatitis C.
Detectar a los portadores de hepatitis C, la clave según Alter
“Ahora, el problema no es hallar el virus o el medicamento preciso para curar un enfermo. El problema es detectar a los pacientes y saber quiénes son los portadores silenciosos del virus de la hepatitis C para llegar a tiempo a ellos y salvarles la vida”, aseguró Alter durante la entrevista que mantuvo con Infobae en el hotel donde se hospeda en Buenos Aires, horas antes de recibir su nombramiento en la ANM.
¿Quiénes tienen hepatitis C, pero no saben que la tienen? “Mucha gente. Por eso es un desafío identificar una enfermedad silenciosa que puede derivar, en 20 o 30 años, en un hígado cirroso o en un cáncer hepático. Las personas que saben que tienen hepatitis C pueden recibir tratamiento efectivo que los cura. Si bien hoy la mayoría de los que saben que la tienen han sido tratados con las nuevas drogas, hay más del 40% de las personas en el mundo que tienen hepatitis C y no lo saben. Y en África las tasas son aún más altas”.
“Todo se trata de encontrar a esas personas y utilizar estos nuevos medicamentos para curarlas. Esto es muy importante, ya que cada vez que curás a alguien, evitás que lo transmita a otra persona. Así que es un doble beneficio muy poderoso. Especialmente entre los consumidores de drogas inyectables, porque se contagian mucho entre sí al compartir agujas. Y cada vez que sacás a una persona de ese grupo, evitás alguna transmisión a otras. Entonces es un desafío hacer esto. Es grande. No es fácil, pero es posible”, sostuvo Alter, que es miembro de más de una decena de sociedades científicas de hematología, hepatología, transfusiones sanguíneas y medicina interna y tiene más 410 investigaciones publicadas desde 1964.
-Infobae: En este desafío global, ¿quiénes pueden ayudar? ¿Cuál es el modelo a seguir?
-Alter: Egipto es el modelo de lo que se puede hacer bien. El país tenía mucha gente enferma y se sabía que había alrededor de un 5% de su población con hepatitis porque habían administrado una vacuna contra la esquistosomiasis, que resultó estar contaminada con hepatitis C y causó muchos casos. Entonces, el gobierno egipcio dijo que era posible reducir el costo de los medicamentos, y tratar a toda la población o a quien lo necesite, y fueron a la empresa Gilead, dueña de la patente del medicamento eficaz para tratarla. Le dijeron: ‘Sabemos que tienes la patente. ¿Podemos eludir la patente y fabricar nuestro propio medicamento?’ La empresa les permitió hacer eso. Resulta que estos medicamentos, que costaban 24.000 dólares en Estados Unidos, se fabricaron por 3 dólares y se vendieron por 10 dólares en Egipto.
Entonces, una empresa en Egipto fabricó sus propios medicamentos y el gobierno local calculó que podía afrontar esa suma de dinero de costo para 60 millones de personas. Establecieron lugares en todo el país donde se podían realizar pruebas de detección en el transcurso de unos cuatro años y encontraron que 2 millones dieron positivo. Los curaron a todos, a todos. Por eso digo que ese es el modelo. Ahora bien, 60 millones de personas es una cifra grande, pero no tanto como Estados Unidos, que tiene 350 millones de personas. En Argentina, que tiene 47 millones, se podría hacer perfectamente.
-¿Cómo se logra?
– Para llevar adelante este plan, primero hay que conseguir que los medicamentos sean lo suficientemente baratos. Como hoy las empresas ya no ganan tanto dinero porque todos los que han sido identificados ya han sido tratados, yo creo que estarían dispuestas a bajar los precios en forma considerable. Lo difícil es la prueba de detección.
¿Cómo se pueden establecer suficientes instalaciones en todo el país para evaluar a todos mediante una pequeña pinchadura en el dedo para sacar una gota de sangre a analizar? Ahora se pueden medir anticuerpos y virus al mismo tiempo, y en menos de una hora se tienen los resultados. Así se logra que el paciente se pueda llevar la medicación y al cabo de 8 o 12 semanas esté curada, mediante la toma de una pastilla por día. Es así de simple. Con esto se evitan millones de dólares en costos de tratamientos por cirrosis o cáncer, trasplantes de hígado e internaciones prolongadas. Es pensar 10 o 20 años en adelante, con una política de salud efectiva y duradera. Se salvan millones de vidas y también millones de dólares. Todo cierra.
La parte más difícil es establecer los centros de pruebas. Por ejemplo, en Estados Unidos tenemos los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), clínicas de salud pública en todo el país, centros contra la drogadicción, y centros de rehabilitación, salas de emergencia, admisiones hospitalarias, consultorios médicos y guardias. Es muy importante que una persona que nació en los 60, 70 u 80 se haga el test.
¿Cómo se enfrentan los nuevos desafíos virales que sacuden el planeta en la actualidad?
– Tenemos varios virus a nuestro alrededor. COVID, Viruela del Mono, Influenza aviar, y muchos países de la región padecen dengue, zika y otras enfermedades transmitidas por mosquitos. Además, varios de estos virus son resistentes porque pueden mutar y evolucionar fácilmente. Pero una de las cosas buenas que surgió del COVID fue esta idea completamente nueva de las vacunas de ARN, que hoy se pueden fabricar con distintas modificaciones y adaptaciones a nuevas cepas en menos de un año. Eso fue increíblemente eficaz para prevenir la muerte y evitar hospitalizaciones graves. No siempre previno la infección, pero evitó infecciones graves.
El problema es que las personas entiendan que las vacunas salvan vidas. Y que se las tienen que aplicar para tener más posibilidades de vivir. Miles de estadounidenses murieron por no querer recibir las inyecciones. Y ahora con el dengue también hay una vacuna. Pero creo que lo mejor es combatir al mosquito, con distintos programas de erradicación.
-¿Y en nuestro caso, cómo se combate en forma eficaz al dengue?
-Hay que prestar mucha atención al calentamiento global que está empeorando todas estas enfermedades y ayuda a que los mosquitos se desplacen más. Yo llamo a los mosquitos como jeringas voladoras. Llevan virus en su propia jeringuilla y te lo inyectan. Por eso, su control es importante, como eliminar los recipientes o lugares con agua donde pone sus huevos y se reproduce. También existen técnicas para crear un mosquito que no se reproduzca, hacerlo en un laboratorio y liberarlo. Eso es algo efectivo y, claro está, la nueva vacuna es una buena respuesta.
Al cierre de la entrevista, y cuando aún restaban horas para convertirse en un miembro de ANM, Alter devolvió los elogios de Mazzei. En palabras del científico, se trata de “un placer, un honor y un privilegio recibir este reconocimiento en Argentina”.
“He conocido a muchos médicos aquí en Argentina en visitas anteriores. Y tengo que decir que los médicos argentinos son increíbles y muy en el tratamiento de enfermedades hepáticas e infecciosas. En este país hay recursos médicos que son muy buenos y que necesitan que el gobierno los respalde y le acerque los recursos para salvar vidas, como estos medicamentos contra la hepatitis C que son milagrosos”, concluyó Alter.
*Con fotografías de Jaime Olivos