Cuáles son las pinturas de arte rupestre más antiguas de América del sur
Los seres humanos fueron poblando el mundo desde África hacia el resto de las regiones y fueron dejando sus rastros al pintar imágenes o grabar sobre superficies rocosas. Plasmaban el arte rupestre que no solo practicaban para decorar sino como un sistema de comunicación. Incluso dejaron imágenes en la Patagonia, en América del Sur, que se empezó a poblar hace 14.000 años.
Se considera que la pintura rupestre más antigua conocida en el mundo se hizo hace más de 45.500 años en Indonesia. Ahora también hay más evidencias sobre qué pasó en América del Sur.
En la cueva Huenul 1, en el norte de la provincia argentina de Neuquén, se encuentra una cueva con imágenes pintadas hace aproximadamente 8.200 años. Se considera ahora que son las pinturas rupestres más antiguas de Sudamérica fechadas directamente.
La investigación se publicó en la revista Science Advances, y fue realizada por un grupo de arqueólogos de la Argentina y Chile. Desde hace más de 10 años, vienen estudiando el abrigo rocoso de 630 metros cuadrados en el norte de la Patagonia, donde hay casi 900 pinturas distintas de formas geométricas, personas y animales.
También hay otros lugares con arte rupestre en América del Sur, que podrían ser más antiguos. Pero aún no se han realizado trabajos que permitan tener un fechado directo que indique cuándo realmente se hicieron.
Uno de ellos es la Cueva de las Manos del Río Pinturas, en la provincia argentina de Santa Cruz. Este lugar alberga un conjunto de arte rupestre que se habría practicado hace más de 10.000 años atrás, en base a métodos indirectos. La cueva se llama así por las huellas de manos estampadas en sus paredes con una técnica similar a la de impresión con plantilla.
Además, hay arte rupestre en el yacimiento de Parque Nacional de Capivara, Piauí, Brasil, y algunas de las figuran datarían de 25.000 años atrás, según la UNESCO. En un sitio en la Serranía de La Lindosa, departamento de Guaviare, en el extremo norte de la Amazonia colombiana, también se estimó que hay pinturas de más de 8.000 y hasta 12.000 años.
“Se han desarrollado diversas maneras de hacer datados de las pinturas rupestres. Generalmente se hace la datación relativa, por la cual se estudia a la pintura en asociación con el contexto en que se encuentra. Pero también se puede hacer una datación absoluta, que es más compleja y se hace de manera directa”, contó a Infobae Guadalupe Romero Villanueva, investigadora en arqueología del Conicet y el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano en Buenos Aires.
Lo que conseguimos hacer -resaltó- es la datación absoluta, a través de la técnica de carbono 14. Por eso descubrimos que varias de las pinturas rupestres que están en la cueva Huenul, en Neuquén, son las más antiguas según la datación directa.
“Es posible que haya arte rupestre más antiguo en Sudamérica que lo encontrado en la cueva Huenul, pero aún no hay pruebas por datación absoluta. La datación de otros sitios se ha hecho solo de manera indirecta hasta el momento”, agregó la arqueóloga.
Las más antigua de las cuatro pinturas encontradas en Cueva Huenul cuenta con 8.200 años, mientras la más cercana al presente fue pintada hace 5 mil años. Lo saben también al usar la metodología del modelo Bayesiano, que permite identificar el inicio de la actividad.
Una particularidad es que a lo largo de miles de años diferentes grupos humanos han dejado pinturas relacionadas con el mismo motivo: todas tienen forma de peine, casi sin variantes visuales y con las mismas técnicas.
Los pobladores de diferentes momentos siguieron dibujando el mismo diseño en forma de peine con pigmento negro durante miles de años, una época en la que prácticamente no hubo otra actividad humana en el yacimiento. Para los científicos, el arte rupestre ofrece una visión poco frecuente de una cultura que pudo haber confiado en ese diseño para transmitir información valiosa de una generación a otra durante un período de cambios climáticos.
El paisaje que rodea la cueva de Huenul es hoy desolador. Cuando se pintaron los peines, los registros climáticos sugieren que las condiciones eran aún más duras: había una aridez extrema.
Los grupos humanos que hicieron las pinturas tenían un modo de vida cazador-recolector. “Obtenían su subsistencia plantas y animales que había en su ambiente. Pero la biodiversidad fue afectada por los factores climáticos de ese momento. Había aridez y más tensión para los humanos, al contar con menos agua y animales disponibles. Tuvieron que ajustarse a cambios ambientales”, señaló la arqueóloga.
Por los rastros que se han encontrado, aún no se puede saber cómo se llamaban a sí mismos esos grupos humanos ni sus creencias ni cómo hablaban.
“Lo que nos sorprende es que el motivo del peine se reprodujo durante más de 3000 durante el Período Holoceno medio, y eso equivale a más de 100 generaciones humanas. Esto plantea que hubo trasmisión de la información a lo largo de esas generaciones con un significado social, ambiental, económico, y -quizá religioso, en un momento de una gran aridez”, dijo a Infobae Ramiro Barberena, quien lideró la estudio y forma parte del Centro de Investigación, Innovación y Creación de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Católica de Temuco, en Chile, y del Conicet y la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina.
Consultado por Infobae, el científico del Conicet y la Universidad de Buenos Aires Luis Borrero -quien se ha especializado en el poblamiento argentino y no participó en el trabajo, comentó: “La principal implicancia es que muestra el uso humano de una zona de difícil acceso durante un período sumamente árido. Se trata de cortas visitas a lo largo de unos 3.000 años que no dejan evidencias habitacionales, solamente las pinturas y una concentración de palos cubiertos por ocre”.
Las pinturas muestran -sostuvo Borrero- “la presencia de motivos similares, que se repiten en cada visita. Implican la transmisión de ese conocimiento por parte de gente que no vivía allí -patentizado en Huenul- a través de esos años”.