8M: la discriminación de género y su repercusión en la salud mental de los más jóvenes
El Día Internacional de la Mujer puede ser una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la igualdad, la diversidad, los desafíos y el impacto en la salud mental de la falta de perspectiva de género.
La desigualdad de género comienza desde la infancia e impacta en la salud mental
Los niños y niñas pueden percibirla en su hogares y comunidades. Un ejemplo de ello es que todavía muchos libros de textos en Latinoamérica y El Caribe muestran a las niñas en una imagen pasiva y dedicada enteramente a las tareas domésticas y de cuidado y a los niños forjando el futuro de la patria , en conquistas y construcción.
El lenguaje como expresión y mediatizador de pensamiento, influye de manera decisiva en la formación de visiones y expectativas. El lenguaje escrito e icónico en los libros de texto puede regular el acceso a espacios, actividades e instrumentos, ofrecer matrices identitarias, así como proyectos posibilidades a recursos económicos, científicos, educativos, tecnológicos, etc.
En estos textos todavía se coagula a las niñas en posiciones de fragilidad que siguen marcando sus destinos de princesas o hadas, o amas de casa.
Las ya conocidas y no suficientemente combatidas frases estigmatizantes con las que todavía se lleva adelante la crianza con brecha de género: “No puedes hacer eso, eres una niña, Las niñas son demasiado sensibles para ese tipo de actividad.” “Las niñas no son tan buenas en matemáticas o ciencias como los niños.” “No puedes ser líder, las niñas son demasiado emocionales.””Deberías ser más callada y obediente, las niñas deben comportarse como señoritas, y perviven al interior de las casas y de las instituciones.
Los juguetes, juegos y colores todavía están diseñados en base a estereotipos de género y se sigue viendo que a las niñas se les ofrecen muñecas, carritos de bebés, cocinas, maquillajes y menos juegos de investigación o de conducción y liderazgo. No falta más que pararse frente a la vidriera de una jugueteria comercial y ver los bebotes, junto a las barbies, todo teñido de color de rosa y con mucho brillo. Y por otro lado superhéroes, camiones y armas, sobre fondos azulinos, para los varones.
También en las primeras búsquedas de Google en juegos para niñas online aparecen en aplastante mayoría fucsia juegos relacionados con el amor de pareja, el casamiento, maquillaje y compras: Chica a lunares: boda en ruinas, Reina del hielo: maquillaje de belleza, Princesa de hielo: Casa de muñecas, Cocina realista: pizzas, Princesa: tiempos difíciles.
La pagina dice así: ¡Para una aventura romántica, elige un chico lindo y enamórate! ¡Juega como mujeres de todas las edades, incluidas modelos maduras y niños pequeños! Crea atuendos para celebridades, diseña vestidos para muñecas o aplica un lindo maquillaje. Cumpla sus sueños de compras más salvajes sin gastar un centavo”.
En cambio, si se buscan juegos de varones aparecen entre los resultados juegos de supervivencia, autos y luchas, junto a la leyenda:
“Libra guerras como uno de los muchos hombres poderosos en nuestra colección de juegos para niños. Ya sea que se encuentre en las calles de la ciudad o en campos de batalla internacionales, su destino está en sus manos. Si quieres unirte a la mafia, completa todo tipo de misiones ilegales para el Don. ¡O únete a las fuerzas armadas y usa tus habilidades tácticas para sobrevivir a tus oponentes durante la Segunda Guerra Mundial! Incluso puedes luchar contra zombis en las aventuras más extremas. Nuestros juegos para niños están llenos de acción increíble y llena de adrenalina. Aunque los puntos y los premios son bonitas recompensas, el verdadero logro es dominar a tus enemigos. Lucha a través de vastas fronteras para expandir tu reino o reivindica tu derecho a ser el rey de una prisión. Cuando no empuñe armas de mano, puede subirse a un camión monstruo y simplemente atravesar zombis y otros monstruos. Disfruta de tu ascenso al poder y no dejes que nadie se interponga en tu camino”.
Esta discriminación por género también afecta a los niños con nociones y constructos sociales sobre la masculinidad identificada con rasgos violentos que propician conductas agresivas y masculinidades frágiles, basadas en esquemas irrealizables:
“Los hombres no lloran”; ”Deja de ser un niño llorón y actúa como un hombre“; “No seas débil, los hombres son fuertes y valientes”. Esto tiene como secuela emocional, la supresión de las emociones, la conversión de esas emociones en afectaciones somáticas, conductas auto y heteroagresivas, dificultades ara entablar relaciones auténticas.
Al mismo tiempo, estos modelos niegan otras identificaciones identitarias que no se reconocen en lo que socialmente se considera lo masculino y lo femenino.
Es muy común que las familias impongan responsabilidades desiguales en lo que se refiere al trabajo del hogar, como atender a los hermanos más pequeños y realizar tareas domésticas.
En general, las mujeres debemos hacer el triple de esfuerzo para lograr estudiar y atender las tareas domésticas desde muy pequeñas, con lo cual nuestro crecimiento personal se ve impedido desde niñas. Luego en la adultez y si no se logra el apoyo necesario, con la crianza de los hijos propios, nuestro desarrollo también se detiene por muchos años y no es igual al de un varón con las mismas competencias. Empezamos tarde y llegamos más tarde a nuestros objetivos, si los logramos, con esfuerzos inusitados e incalculables.
En las niñas las secuelas emocionales de la discriminación por género puede provocar baja autoestima y dudas sobre sus propias habilidades, ansiedad y depresión por cumplir con los estándares de feminidad establecidos por los estereotipos de género. Es común que las niñas al internalizar estas creencias limitan sus aspiraciones profesionales y educativas.
Los estereotipos de género pueden desarrollar percepciones distorsionadas sobre lo que significa ser una mujer o sobre las expectativas de cómo deben comportarse y verse, lo que puede afectar negativamente su autoconcepto también en relación a la apariencia física y el ideal de belleza aumentando el riesgo de que desarrollen trastornos de la alimentación en un intento de cumplir con estos estándares poco realistas.
Según UNICEF casi 1 de cada 4 niñas entre los 15 y los 19 años carece de empleo y no se está educando y capacitando, en comparación con 1 de cada 10 niños.
La desigualdad de género puede limitar el acceso de las niñas a recursos y oportunidades, como la educación, el cuidado de la salud y el desarrollo personal. Esto puede crear sentimientos de injusticia y frustración, contribuyendo al estrés y la ansiedad.
La desigualdad de género tiene un impacto profundo en la salud mental de los niños y niñas durante su desarrollo. Las expectativas sociales sobre cómo deben comportarse los niños y las niñas pueden crear presión para conformarse a roles de género estereotipados, provocando desazón, incomodidad, dolor y tristeza, especialmente cuando los deseos no se ajustan a estos roles, causando ansiedad o depresión.
Convivencia forzada
Casi el 5 % de las niñas y adolescentes de Argentina están casadas o conviven con varones que les llevan entre 10 y 15 años. Son al menos 230 mil las menores de 18 años en esta situación. La cifra se desprende de un estudio de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) en el marco del Proyecto Matrimonios y Uniones Convivenciales en la Argentina.
El número de matrimonios infantiles o de parejas con un menor en la Argentina es muy importante y lo más grave es que está naturalizado.
Es muy común que no sorprenda ni llame a la acción a funcionarios, pediatras, obstetras, maestras que atienden a las niñas y adolescentes embarazadas y también a la sociedad general que mira para otro lado. Esta forma de violencia contra las niñas trae aparejado graves consecuencias como la pérdida de derechos, abandono escolar, depresión y otros trastornos psicológicos.
La violencia contra las niñas y adolescentes es la consecuencia más extendida y visible de la discriminación de género y tiene múltiples formas. La violencia sexual, la violación de mujeres y niñas en contextos de guerra o prácticas como la mutilación genital femenina son algunas de las formas que se ejerce contra las mujeres, por el hecho de serlo.
Según la ONU se estima que el 35 por ciento de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a su compañero sentimental (estas cifras no incluyen el acoso sexual) en algún momento de sus vidas.
La violencia sexual es, asimismo, una de las formas más significativas de la violencia contra las niñas y niños y la mayoría de los perpetradores gozan de total impunidad. En muchos países la legislación incluso discrimina a las sobrevivientes, las estigmatiza y agravan su sufrimiento y las consecuencias psicológicas.
En el mundo 150 millones de niñas menores de 18 años han sufrido agresión sexual, en la Unión Europea, una de cada tres mujeres ha sufrido agresiones o abusos sexuales desde los 15 años de edad.
Aproximadamente 1 de cada 20 niñas entre los 15 y los 19 años –cerca de 13 millones a nivel mundial– ha sido víctima de violencia sexual l (ONU). Tanto en épocas de paz como en situaciones de conflicto, las niñas adolescentes corren un alto riesgo de sufrir violencia basada en el género.
1 de cada 3 niñas y 1 de de cada 5 varones, cuando pequeños son víctimas de violencia sexual esto da como resultado a millones de bebés, niños, niñas y adolescentes han sido víctimas de violencia sexual en las últimas décadas en la región, y esta trágica realidad continúa sin visos de finalizar. Esto sin contar el inmenso problema de subregistro que existe en varios países.
Las redes sociales son un nuevo escenario de abusos contra las mujeres y niñas, según documentó Amnistía Internacional en un informe realizado sobre Twitter en países como Argentina, India, Reino Unido y Estados Unidos. En estos espacios son frecuentes los insultos misóginos, incluidas amenazas de violación. Las niñas crecen sabiendo que pueden ser agredidas por el hecho de haber nacido mujeres.
Es a partir de los 7 años cuando la violencia de género se enfoca en las niñas, antes de eso la violencia es igual para varones y mujeres. Una aclaración importante: No existen estudios académicos que revelan la incidencia de la violencia hacia la infancia trans, pero sí testimonios crueles.
Feminicidios, violencia intrafamiliar y de género
Según el observatorio “Ahora que sí nos ven” en lo que va del año ocurrieron 25 femicidios en Argentina entre el 1 de enero y el 31 de enero de 2024, y al menos 16 niños y niñas quedaron huérfanos por el femicidio de su mamá. Cuando un niño o una niña muere a causa de la violencia de género estos crímenes se siguen computando como víctimas colaterales, del femicidio principal, el de la madre.
Un dato llamativo es que a pesar de que las niñas también son asesinadas por el hecho de ser mujeres, y en general para encubrir otro crimen, la violencia sexual, todavía los asesinatos de niñas no son categorizados como feminicidios, o lo son en escasas oportunidades. Las muertes violentas de las niñas solo pasan a engrosar la luctuosas listas de los homicidios, invisibilizando la perspectiva de género.
Asimismo, tampoco se tiene en cuenta a los niños y niñas como víctimas de violencia de género en los casos de violencia intrafamiliar, y se los considera simplemente víctimas secundarias cuando se conocen extensamente las secuelas de vivir bajo el asedio de esa forma de violencia que cala más profundamente cuando se está en pleno desarrollo. Nota sobre el tema en Infobae.
Abordar las relaciones entre género e infancia y salud mental implica pensar en las articulaciones entre construcciones sociales, culturales e históricas que definen lugares en la estructura de las sociedades; mandatos, prohibiciones, posiciones que configuran el constructo adultocéntrico y patriarcal.
Este prisma habilita al uso de la violencia contra la infancia como forma de resolver los conflictos. Los niños y niñas, como las mujeres, son sujetos subalternos del sistema, minoritizados e invisibilizados en sus necesidades y deseos.
En Argentina a pesar de los importantes avances en la incorporación de los aspectos psicológicos y sociales implicados en la atención de la salud mental en la población infantil, aún no ha incluido de manera significativa la perspectiva de género en la promoción, atención y seguimiento de la salud, tal como lo sugieren y promueven expertos a nivel nacional e internacional.
Según los resultados de la investigación “Equidad de género en la calidad de la atención de niños y niñas”, UBACyT , 2015, cuyo objetivo fue identificar el modo en que los profesionales de la salud que atienden niños y niñas han incorporado la perspectiva de género en sus prácticas, pudieron evaluar entre sus resultados que frente a períodos de inapetencia (que suelen ser normales en la infancia) los padres se preocupan más por el niño que no come que por la niña que no come.
Los investigadores concluyeron que probablemente esto se deba a que teman que con esa conducta los varones no crezcan fuertes y sanos e interpretan como natural la inapetencia femenina, como una adaptación temprana y naturalizada de hacer dieta toda la vida, como propuesta actual para la femineidad. Por tal motivo se preocupan cuando las niñas son gordas por cuestiones de estética que se traducen en estándares de flacura igual a belleza desde la más temprana infancia en mujeres.
En el campo de la salud mental estas improntas culturales marcan a fuego, desde la primera infancia y podrían convertirse en trastornos alimentarios como respuesta a la exigencia de motivos primarios culturales.
Otro resultado fue que a partir de los 3 años, se dan mayores quemaduras en las niñas, por el acceso a la cocina y los quehaceres domésticos desde temprana edad, en muchos casos a modo de reemplazo de la madre en su ausencia y cubriéndola. Mientras que los varones presentan más accidentes traumatológicos como esguinces o fracturas.
Al igual que en la violencia de género en la vida intrafamiliar se le quita el protagonismo a la infancia como víctima o sobreviviente de estas formas de violencia. Tampoco aparecen en primer lugar los huérfanos de femicidio quienes, la mayor de las veces, son testigos directos del asesinato de su madre y cargan con un extenso y profundo trauma a lo largo de sus vidas.
Aquellos profesionales que trabajamos con la infancia sabemos que es prioritario implementar prácticas de salud mental con un enfoque de género y de atención integral de carácter interdisciplinario e intersectorial. Los imaginarios socioculturales inciden tanto en la invisibilización de diferentes problemáticas de la infancia, como en las prácticas e intervenciones existentes.
La perspectiva en género e infancia es una mirada ineludible en la capacitación y sensibilización tanto de los profesionales como de los organismos.
La infancia no puede seguir siendo ese territorio marginal, tutelado y asocial. La niñez no es un mero pasaje hacia la adultez sino una etapa del ciclo de la vida, la más importante de todas, donde se forjan las raíces de todo el devenir humano.
En la reivindicación de los derechos de las mujeres y la diversidad no puede faltar la singularidad de la infancia, aquí y ahora.
* Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.