El arzobispo de Buenos Aires dijo que la inflación “es un tema de todos” y advirtió por las “víctimas” de las medidas económicas
En las vísperas de la celebración de Pascuas, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, trazó un duro diagnóstico sobre la situación social en la Argentina, aseguró que la inflación viene de hace mucho tiempo y “es un tema de todos” y pidió tener en cuenta “los rostros humanos” que son víctimas de las medidas que se toman.
García Cuerva fue consultado directamente por el periodista Jorge Fontevecchia en Net TV por la evaluación que hacía sobre el Gobierno de Javier Milei, y si bien evitó hacer un análisis calificativo, advirtió por la situación social que vive el país que, dijo, “es muy complicada desde hace mucho tiempo”. “Creo que hay que hacerse cargo todos, dejar de echar la culpa para afuera y no tener esta conducta adolescente de que siempre la culpa es del otro”, sostuvo.
En un momento de fuertes incrementos en las tarifas de los servicios públicos, una alta inflación y despidos en el sector público y privado, el arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires pidió también “pensar que cuando se toman medidas, hay hermanos que son víctimas de esas medidas”, y aseguró que la inflación “es el impuesto de los pobres”.
En ese contexto, sostuvo que “cuando alguien va a cargar su tarjeta SUBE sabe que cada vez le alcanza menos”, y puso como ejemplo una situación particular: “Ayer fui a comprar un remedio por el tema del colesterol, y gracias a Dios tengo la posibilidad de comprarlo. Pagué 26 mil pesos un remedio para el colesterol. Y cuando pagaba decía ‘Dios mío, hay gente que no puede, que no le alcanza’. Esos son los rostros humanos que tenemos que tener en cuenta”.
“La inflación siempre es el impuesto de los pobres, y desgraciadamente parece una enfermedad endémica que nos viene acompañando desde hace muchos años. Por eso no es un tema de este o del Gobierno anterior, es un tema de todos, una preocupación grande. Algunos, gracias a Dios, podemos a pesar de la inflación, seguir viviendo. Hay otros que, con la inflación, apenas pueden sobrevivir”, añadió.
En su mensaje en las vísperas de las Pascuas, García Cuerva pidió terminar las divisiones y “ponerse de acuerdo mínimamente en dos o tres puntos y dejar de pelearse”. Allí, puso como ejemplo “el éxito” de los narcotraficantes: “Son capaces de juntarse y decir ‘vos vendés acá y yo acá', para fijar un precio de la sustancia, para saber cómo van a hacer para seguir perjudicando a la sociedad. Utilizan la metodología de unirse y ponerse de acuerdo. ¿Y nosotros qué estamos haciendo?”.
El arzobispo continuó con su prédica, reclamó “pensar juntos y ver cómo sostenemos a quienes están cayendo con la crisis económicas” y advirtió que “los más pobres también tienen que ser un objetivo de todos”. Sin embargo, trazó una diferencia entre el rol de la Iglesia y de los gobernantes.
“La Iglesia tiene que estar al lado de los pobres y acompañarlos. Los políticos tendrán que pensar las políticas económicas junto con economistas que sepan del tema. Hay que empezar a cambiar el propio corazón y decir ‘me junto con el distinto porque en definitvia también quiere un mundo mejor’”, cerró.
Días atrás, García Cuerva también se había referido a la situación económica que vive el país al advertir que el ajuste fiscal que lleva adelante el Gobierno desde el 10 de diciembre s “afecta a los más pobres y es duro”.
“Me gusta aquella expresión de Francisco, cuando nos convocaba a tener una economía con rostro humano. Tenemos que ponerle rostro humano, nuestros hermanos que más sufren tienen nombre y apellido, son hermanos, no podemos ser indiferentes. Los ajustes y todo lo que estamos viendo en este tiempo afecta a los más pobres y es duro”, sostuvo hace un par de semanas durante una entrevista en Radio Mitre.
“Estamos llegando a situaciones límites en cuanto a los que es la violencia y es importante la presencia del Estado y creo que hay que entender que hablamos de complicidades con gente muy peligrosa, si no hubiese sido insostenible a lo largo del tiempo”, agregó.