Por qué Steve Jobs, el fundador de Apple, odiaba las presentaciones en PowerPoint
Steve Jobs, el icónico cofundador de Apple, era conocido por su enfoque meticuloso y perfeccionista en todo lo que hacía, incluidas sus presentaciones. Y una de las cosas que más odiaba el visionario era el uso de PowerPoint, el popular software de presentación de Microsoft.
El líder tecnológico prefería comunicaciones más directas y personales, argumentando que las presentaciones en diapositivas tendían a simplificar en exceso la información y a menudo se convertían en un refugio para el orador, desviando la atención del contenido sustancial.
En el mundo corporativo de alto nivel, la predilección por las presentaciones claras y concisas en lugar de extensas diapositivas digitales se ha convertido en una tendencia cada vez más palpable. Figuras emblemáticas como Jeff Bezos, Jack Dorsey y Steve Ballmer también han compartido su aversión, enfatizando la importancia de la habilidad para comunicar ideas complejas de manera eficiente.
Qué pensaba Jobs de las presentaciones en PowerPoint
Según Jobs, el uso de PowerPoint o cualquier otro tipo de presentación basada en diapositivas, promovía una forma de comunicación que estaba más enfocada en el espectáculo que en la sustancia. De hecho, percibía una notable falta de creatividad y flexibilidad en estas.
El empresario creía firmemente en contar historias impactantes y emocionantes durante sus presentaciones, en lugar de simplemente mostrar datos y cifras en diapositivas aburridas y estáticas. En su opinión, fomentaba una mentalidad de “rellenar plantillas” en lugar de fomentar la originalidad.
Según palabras extraídas de la biografía autorizada de Jobs escrita por Walter Isaacson, este visionario tecnológico afirmó que “la gente que sabe de lo que está hablando no necesita PowerPoint”.
Además, consideraba que el programa era una herramienta limitada para expresar ideas complejas de manera efectiva, e incluso sentía que a menudo conducía a presentaciones confusas y desordenadas.
En su lugar, Jobs abogaba por la narrativa y la conversación directa como medios más efectivos para comunicar ideas complejas. Sostenía que esto fomentaba un entendimiento más profundo y una mejor retención de la información transmitida.
Keynote: El resultado del rechazo de Jobs a PowerPoint
Otro factor que contribuyó a la aversión de Jobs hacia PowerPoint fue su experiencia personal con el programa. En una entrevista, mencionó que cuando regresó a Apple en 1997, encontró que la compañía estaba utilizando PowerPoint para todas sus presentaciones internas y externas.
Descontento con esta situación, el empresario implementó un cambio radical al exigir que todas las presentaciones se hicieran en Keynote, el software de presentación de Apple que él ayudó a desarrollar.
Keynote se terminaría convirtiendo en una herramienta clave en las presentaciones de Apple y fue elogiado por su diseño elegante y su facilidad de uso.
Qué opinan otros líderes tecnológicos del programa
Compartiendo este sentimiento, Jeff Bezos, el ex CEO de Amazon, es conocido por su exigencia de presentaciones breves y sustanciales.
El segundo hombre más rico del mundo apuesta por condensar información de valor en pocas diapositivas, destacando que “es más complicado hacer un PowerPoint de cuatro diapositivas que uno de veinte”.
Por su parte, Jack Dorsey, exlíder de Twitter, y Steve Ballmer, ex CEO de Microsoft, también han expresado preferencias similares.
Dorsey promovió la idea de trascender los límites de las herramientas de presentación, instando a “empezar a construir y mostrárselo a la gente,” mientras Ballmer prefería revisar materiales con antelación para poder enfocarse en la sustancia de la idea más que en la presentación visual durante las reuniones.
Esta corriente de pensamiento en contra del abuso de presentaciones digitales no niega la utilidad que pueden tener ciertos elementos visuales, como imágenes de productos, gráficos o documentos adjuntos, cuando estos son estrictamente necesarios.
Sin embargo, la crítica principal radica en la tendencia a depender excesivamente de las diapositivas, relegando la conversación y el debate crítico a un segundo plano.