La sinuosa relación entre los gobernadores y la Casa Rosada que derivó en la caída del Pacto de Mayo
Fueron dos meses y medio deshojando la margarita. El gobierno nacional pasó todo ese tiempo intentando mantener a flote el Pacto de Mayo anunciado por Javier Milei el 1 de marzo, cuando abrió las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación. Ayer, finalmente, Infobae confirmó que no habrá encuentro entre el Presidente y los gobernadores. Ni firma de un pacto. Ni foto de familia.
El jefe de Estado había atado la firma del acuerdo con los gobernadores a la sanción de la Ley Bases. Desde la Casa Rosada hicieron lo posible para apurar los tiempos y que la segunda versión del proyecto de ley sea aprobada en las dos cámaras del Congreso sin tantos condicionamientos. Y, sobre todo, con el apoyo de los mandatarios provinciales. No lo lograron en su totalidad.
El objetivo se cumplió en la Cámara de Diputados después de que el Gobierno lograra el apoyo de todos los mandatarios de Juntos por el Cambio, más dos peronistas, el cordobés Martín Llaryora y un puñado de los que lideran fuerzas provinciales, como el salteño Gustavo Sáenz y el misionero Hugo Passalaqua.
Sin embargo, los reiterados pedidos de modificaciones de los bloques de la UCR, Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal, sobre los que varios gobernadores tienen injerencia, fueron consumiendo días del calendario y desgastando el vínculo entre las provincias y el Gobierno. Los libertarios cedieron para lograr el objetivo de la media sanción y el Gobierno avanzó algunos casilleros en una discusión parlamentaria que empezó hace cuatro meses.
Ese tiempo que se dilató el tratamiento, retrasó también su negociación en el Senado, donde aun el oficialismo no logró sacar un dictamen, lo que los obligó a tomar la determinación de no firmar el Pacto de Mayo. Milei lo había atado a la sanción de la ley y el paquete fiscal, y ninguna de las dos cosas sucederán antes del 25 de mayo, la fecha en la que pensaban hacer un gran acto en Córdoba. Incluso algunos legisladores de la oposición dialoguista pidieron tiempo para poder discutir a fondo el articulado y evitar una caída del proyecto en el recinto.
El Gobierno aún no tiene garantizada la aprobación del proyecto en el Senado, donde se negocia voto a voto en un escenario fragmentado, en el que varios gobernadores que apoyan la ley no tienen influencia sobre los legisladores que representan sus provincias. Ese es el caso, por ejemplo, del catamarqueño Raúl Jalil y el tucumano Osvaldo Jaldo. Eso obligó al Gobierno a pedir la intervención de la vicepresidenta, Victoria Villarruel, en los acuerdos parlamentarios. La compañera de fórmula de Milei había sido apartada de las negociaciones en un principio. La necesidad de enlazar voluntades llevó al círculo chico presidencial a pedirle ayuda.
Esas idas y vueltas en el Congreso se dieron en un contexto donde la relación entre el gobierno nacional y los mandatarios provinciales es sinuosa. Por momentos bien, por momentos mal. Se tensa y se flexibiliza de acuerdo a los reclamos de los ejecutivos provinciales o la pericia del ministro del Interior, Guillermo Francos, para intentar gestionar acuerdos. Pero también en los múltiples vínculos que unen al ministro con las provincias hay un desgaste generado por las promesas incumplidas.
Muchos gobernadores advertían en los últimos días que el Pacto de Mayo no iba a llegar a firmarse. Incluso en ninguna provincia habían recibido la invitación formal. Solo en Córdoba intuían que Milei finalmente iría porque en las últimas horas había llegado una avanzada de integrantes de Casa Militar para revisar los lugares en los que estaría el Presidente. Una señal anticipada de la visita del jefe de Estado a la provincia.
El cordobés Martín Llaryora será el único gobernador que acompañe al Presidente el 25 de mayo. Milei hará un acto al lado del Cabildo que está ubicado frente a la Plaza San Martín, en la capital provincial. Ambos protagonizarán una foto que marca el camino zigzagueante del Presidente en la relación con los gobernadores. A Llaryora lo llamó “traidor” y lo acusó de voltear la primera Ley Ómnibus. Ahora será el único que lo acompañe en la fecha patria.
Lo cierto es que desde hace tiempo que los gobernadores consideraban que el pacto no se iba a firmar porque la convocatoria había perdido forma. La intención del Gobierno sigue siendo invitar a los que acompañen la ley Bases, por lo que la mayoría de los mandatarios peronistas no estará presente. Ya queda descartada la posibilidad de que el pacto se convierta en un punto de inflexión en el que haya un gran acuerdo sobre diez políticas de Estado. En todo caso, será un acuerdo de la Casa Rosada con una parte importante de los gobernadores. No con todos.
La idea del Pacto de Mayo perdió fuerza, aunque el Gobierno intente mantenerla en pie. La cantidad de sinsabores que dejaron las negociaciones parlamentarias para los gobernadores – en muchos casos a través de sus legisladores – fueron deteriorando la confianza en el vínculo político, que nunca estuvo firme ni gozó de buena salud, pese a que la mayoría de los mandatarios siempre dejó a la luz su voluntad de colaborar en la gobernabilidad.
No hay acuerdos firmes, pero hay una decisión tomada – sobre todo de los 10 gobernadores de Juntos por el Cambio – de construir una relación más madura con Javier Milei y su gobierno. Socios circunstanciales. Ningún mandatario, ni siquiera el más duro de los del PRO, quiere perder autonomía en la negociación permanente que une a las provincias con la Nación. Sobre todo teniendo en cuenta que hay temas pendientes por resolver vinculados a los fondos que el Gobierno dejó de transferir a las provincias para sostener su plan de ajuste.