Argentina: país más recesivo y volátil del mundo, al que los envíos internacionales tardan un mes en llegar
Aunque recientemente elogió el rumbo económico adoptado por el gobierno de Javier Milei, el Banco Mundial profundizó su pronóstico negativo acerca de la variación del PBI de este año, que pasó de una caída del 2,8 al 3,5%, con una recuperación del 5% el año próximo e informes de la entidad subrayaron el pobrísimo desempeño de la Argentina en las últimas décadas.
Por caso, un estudio del que también dio cuenta Infobae advirtió que se trata del único país líder en materia agrícola cuyas exportaciones descendieron en la última década a un promedio del 1,3% anual, cediendo participación en el mercado mundial.
Memorando
Mucho más contundente aún son algunas de las conclusiones del estudio “República Argentina, Memorando económico del país” en el que si bien la entidad avizora “un nuevo horizonte económico de crecimiento”, también da cuenta del abismal desempeño argentino desde mediados del siglo XX, acentuado a partir de la década del setenta.
El informe, presentado durante la semana en la Bolsa de Comercio de Córdoba por Daniel Reyes, economista senior del organismo para la Argentina, subraya a partir de un relevamiento de la actividad económica de 130 países entre 1950 y 2022, el que pasó más tiempo en recesión: nada menos que 33% del tiempo, esto es, uno de cada tres años, superando en esa negativa marca a países de también pobrísimo desempeño como Chad, en África, y Venezuela, en América Latina.
Reyes y el economista argentino Julián Folgar, en otra presentación en Buenos Aires, precisaron que la duración promedio de las recesiones económicas en la Argentina fue de 1,6 años (esto es, cerca de veinte meses) con una caída promedio anual del PBI cercana al 4% en cada caso. Los períodos de crisis coinciden además con la presencia y acumulación de desequilibrios macroeconómicos.
De hecho, subrayaron, la principal razón de los pobres resultados económicos de la Argentina es la presencia sostenida de altos niveles de volatilidad.
Esa volatilidad, a su vez, se relaciona con la extrema prociclicidad de las políticas económicas, que tendieron a sobre-expandir el gasto público en tiempos de bonanza y forzaron a sobreajustarlo en los de vacas flacas. Esa volatilidad se refleja no solo en que la Argentina lidera por lo pendular de sus políticas y de sus resultados en materia de actividad económica: un gráfico sobre la evolución a través de los años de sus variaciones del PBI se parece bastante a una montaña rusa.
Un canal del impacto negativo de la volatilidad es la inversión, que vuelve más incierta la demanda futura e inhibe decisiones que se proyecten sobre el mediano y largo plazo, explicaron Reyes y Folgar.
Fuera del mundo
Ese mismo fenómeno hizo que el número de empresas en general, y de empresas exportadoras en especial, decline sistemáticamente y el país pierda participación en el mercado mundial en el presente siglo. Al respecto, un gráfico del estudio muestra que mientras en 2002 había unas 120 empresas nuevas por cada millón de habitantes, en 2015, al cabo del primer envión de la experiencia kirchnerista, esa relación cayera a menos de 40 empresas. En tanto, mientras entre 1994 y 2006 el número de empresas exportadoras aumentó, con altibajos, hasta cerca de 15.000 ese último año, desde entonces el número descendió fuertemente, hasta unas 9.000 en 2020. Además, mientras entre 1995 y 2007 el número de empresas que se sumaban al pelotón de las que exportaban superaba a las que dejaban de hacerlo, desde entonces ocurrió lo contrario.
“Argentina -dice el Memorando- tiene varias fricciones comerciales que crean un sesgo antiexportador”. La distancia a los mercados y otras condiciones geográficas, reconoce, pueden resultar en altos costos de transporte, “pero los malos resultados comerciales van más allá de estos factores: su falta de medidas de facilitación del comercio afecta al tiempo, los costos y la previsibilidad de las operaciones comerciales en la frontera, lo que disminuye aún más la competitividad nacional”. Además, el estudio menciona otras medidas de política comercial que dificultan aún más la integración a los mercados mundiales, “incluidas medidas arancelarias y no arancelarias que distorsionan los precios relativos en el interior frente al exterior”. Las barreras arancelarias argentinas, dice, “son más del doble que en otras economías de la región, como las de la Alianza del Pacífico”.
El “Memorando” del Banco Mundial sobre la Argentina destaca también el deterioro de los “fierros” del país. “El deterioro de la infraestructura portuaria y de la conectividad logística genera ineficiencias. La clasificación de Argentina en el índice internacional de logística del Banco Mundial descendió de 45 en 2007 a 73 en 2023 (entre un total de 139 países). Se necesitan inversiones para mejorar las infraestructuras fluviales y las condiciones operativas. El ferrocarril es otra área prioritaria, ya que es vital para el transporte de mercancías a granel con bajo valor marginal por peso, como la soja. Una revisión completa de los ferrocarriles argentinos requeriría importantes recursos financieros y puede no ser factible a corto plazo. La ampliación de las redes digitales a lo largo de los corredores y las zonas rurales aumentaría las oportunidades de exportación y favorecería la competitividad”, dice un pasaje al respecto.
Logística
De hecho, el Banco Mundial elabora desde 2007 un “Indicador de Desempeño Logístico” en base a una encuesta mundial a profesionales de la logística acerca de lo fácil o difícil que resulta operar en un país, evaluando seis dimensiones:
- Eficiencia de los trámites aduaneros y gestión fronteriza;
- Calidad de la infraestructura relativa al comercio y el transporte;
- Facilidad para organizar envíos internacionales a precios competitivos;.
- Competencia y calidad de los servicios logísticos;
- Capacidad de rastreo y localización de los envíos; y
- Frecuencia con la que los envíos llegan a los destinatarios dentro del plazo de entrega previsto o programado.
El más reciente reporte del Banco Mundial sobre desempeño logístico, que incluye una variedad de fuentes, desde operadores y expertos en logística, empresas de cargo, aduanas y agencias nacionales y globales, hasta la Unión Postal Internacional, vuelve a asignarle a la Argentina un desempeño abismal. “El principal descenso -explica- se ha producido en los procedimientos aduaneros”. Además, prosigue, hubo deterioro de la infraestructura física pública “incluida la relacionada con la exportación, como puertos, carreteras, dragado de ríos y ferrocarriles” donde las inversión “ha sido limitada”.
“Los trenes son lentos y poco fiables, y sólo se utilizan para transportar mercancías a granel. Los puertos son caros y las carreteras requieren inversiones para su mantenimiento y mejora. La conectividad digital también está por detrás de la de los países vecinos. La mejora de la eficiencia de la inversión pública podría lograrse mediante una gestión de la inversión pública que se centre especialmente en la planificación estratégica de la asignación de recursos y que enmarque las de cisiones en una perspectiva a mediano plazo”, dice otro tramo de último informe sobre desempeño logístico (en inglés, Logistics Performance Index, LPI).
A modo de resumen sobre el rezago del país en su infraestructura y en la funcionalidad de la misma, uno de los subíndices del Indicador de Desempeño Logístico es cuánto tardan en llegar a su destino final los correos, encomiendas y envíos en general desde el exterior. Para la Argentina la mediana es de 27 días, lo que significa que la mitad de los envíos tardan más de ese tiempo y la mitad tarda algo menos, aunque no mucho; el promedio de los resultados más frecuentes es de 21 días.
De los 139 países incluidos en el informe sobre Desempeño Logístico 2023 del Banco Mundial, solo cuatro muestran en esa métrica peor resultado que la Argentina: la llamada “República Democrática” del Congo, donde la mediana de tiempo es de 61 días, Venezuela (38), Guatemala (29) y Paraguay (28).
Uno podría pensar que la excentricidad geográfica de la Argentina es parte de la explicación, pero se trata más de demoras internas. Por caso, la mediana en días para arribo a destino final de envíos desde el exterior en Chile es de 10 días y la de Uruguay 9 días. En los países desarrollados oscila entre 2 ó 3 (como el caso de Suecia) y 5 días (EEUU)
Un análisis de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile (Camport), muestra que sobre 10 países latinoamericanos, la Argentina no solo es el de peor posición en el ranking de desempeño logístico, sino también uno de los tres (junto a Colombia y México) que perdió posiciones en el ranking, además de puntaje en el indicador de desempeño.
Cartón lleno para tanta decadencia.