Leyenda urbana de los Tamagotchis: en Japón habría una isla con 35 millones de dispositivos bajo tierra
Quienes crecieron en los 90 e inicios de los 2000 alguna vez escucharon hablar o tuvieron un Tamagotchi. Este juguete fue popular en todo el mundo, pero en Japón fue un fenómeno mucho más grande, a tal punto que existe una leyenda urbana a su alrededor.
La historia de la que se habla en ese país es que en la isla artificial de Odaiba hay 35 millones de estos dispositivos enterrados. Un relato que se ha pasado por diferentes generaciones, especialmente por la popularidad del juguete y las pérdidas financieras de su fabricante, Bandai.
El auge y caída de los Tamagotchi
Para entender la leyenda, primero debemos retroceder en el tiempo. A finales de los años 90, el Tamagotchi era el juguete que todos los niños deseaban. Lanzado en Japón en noviembre de 1996, este pequeño dispositivo digital en forma de huevo albergaba una mascota virtual que los usuarios debían cuidar.
Desde alimentarla hasta limpiarla, el Tamagotchi requería atención constante, y si se le descuidaba, se transformaba en una lápida digital, recordando al usuario su fracaso como cuidador.
El éxito de este juguete fue inmediato. En la primavera de 1998, se estimaba que Bandai había vendido alrededor de 20 millones de unidades en Japón y una cifra similar en el resto del mundo. Sin embargo, como suele suceder con las modas, lo que sube rápido también puede caer de la misma manera.
La caída del Tamagotchi no fue gradual, sino abrupta. A finales de los 90, las tiendas comenzaron a devolver al fabricante grandes cantidades de estos dispositivos que no podían vender. El motivo fue una sobreproducción masiva impulsada por una sobrestimación de la demanda.
Las reservas realizadas en múltiples tiendas por consumidores ansiosos y problemas de comunicación interna en Bandai contribuyeron a este exceso de stock.
En 1999, la empresa se encontró con más de 2.5 millones de Tamagotchis no vendidos y pérdidas financieras que ascendían a 6 mil millones de yenes (unos 35 millones de dólares en ese momento). Este desastre financiero obligó a la compañía a buscar formas de deshacerse del inventario no vendido de manera discreta y efectiva.
La leyenda urbana en Odaiba
Es aquí donde nace la leyenda. Según los rumores, Bandai optó por enterrar los Tamagotchis sobrantes en la isla artificial de Odaiba, ubicada en la Bahía de Tokio. Esta isla, construida en 1853 como una fortaleza defensiva y más tarde transformada en una zona turística, supuestamente albergó millones de estos juguetes durante un periodo de reformas.
La comparación con el infame entierro de cartuchos del videojuego E.T. de Atari en un vertedero de Alamogordo, Nuevo México, es inevitable. En ambos casos, la historia habla de un producto que pasó de ser extremadamente popular a convertirse en un símbolo de fracaso empresarial, culminando con su entierro físico como si de un acto de desesperación se tratara.
A pesar de lo atractiva que es esta historia, no hay evidencia concreta que confirme que Bandai realmente enterró los Tamagotchis en Odaiba. La mayoría de los expertos coinciden en que lo más probable es que los dispositivos no vendidos fueran destruidos de una manera más convencional.
En un episodio del programa de televisión japonés “Shikujiri Sensei” emitido en mayo de 2022, se exploró esta leyenda, destacando cómo la sobreproducción y los errores de cálculo llevaron a la empresa a sufrir pérdidas colosales.
Este programa, junto con publicaciones en redes sociales, ha mantenido viva la historia, atrayendo la atención de nuevas generaciones que quizá nunca jugaron con un Tamagotchi, pero encuentran fascinante el relato de su auge y caída.
A pesar de este bache financiero, el legado de estos juguetes sigue vivo. Desde 2004, su fabricante ha lanzado nuevas versiones, así como una variedad de mercancías y derivados, incluyendo videojuegos, animes y aplicaciones móviles. La nostalgia ha jugado un papel crucial en mantener la relevancia de estos pequeños dispositivos en un mercado saturado de tecnología avanzada.