Un estudio reveló cómo nuestro cerebro registra el tiempo
El paso del tiempo ha fascinado a la mente humana desde siempre. Las herramientas para medir el tiempo fueron las primeras en desarrollarse en los inicios de la civilización. Y cada persona tiene su propio registro del tiempo, que a veces parece estirarse o contraerse de acuerdo a la actividad que se esté realizando. Esa percepción depende, muchas veces, del aburrimiento o la diversión de la situación que se está atravesando.
Un nuevo estudio realizado en ratones por un equipo de investigadores de la Universidad de Nevada, Las Vegas (UNLV) confirmó que hay mucho de cierto en esa percepción.
El estudio publicado en Current Biology demostró que se percibe el paso del tiempo en función de la cantidad de experiencias que se tienen, no de algún tipo de reloj interno. Es más, el aumento de la velocidad o el rendimiento durante una actividad parecen afectar la forma en la que el cerebro percibe el tiempo.
“En nuestra propia experiencia medimos el tiempo a partir de las cosas que hacemos, lo que nos sucede”, dijo James Hyman, profesor asociado de psicología de la UNLV y autor principal del estudio.
“Cuando estamos quietos y nos aburrimos, el tiempo pasa muy lento porque no estamos haciendo nada o no ocurre nada. Por el contrario, cuando suceden muchos acontecimientos, cada una de esas actividades hace avanzar nuestro cerebro. Y si así es como este órgano mide el tiempo de forma objetiva, entonces cuanto más hacemos y más nos ocurre, más rápido pasa el tiempo”, describió el investigador.
Cómo se hizo el estudio
Los hallazgos se basan en el análisis de la actividad en la corteza cingulada anterior (ACC), una parte del cerebro importante para monitorear la actividad y hacer un seguimiento de las experiencias. Para ello, se pidió a los roedores que usaran su nariz para responder a una indicación 200 veces.
Los científicos ya sabían que los patrones cerebrales son similares, pero ligeramente diferentes, cada vez que se realiza un movimiento repetitivo, por lo que se propusieron responder: ¿es posible detectar si estas ligeras diferencias en los cambios de patrones cerebrales se corresponden con la realización del primer movimiento en comparación con el movimiento número 200 de la serie? ¿Y la cantidad de tiempo que lleva completar una serie de movimientos afecta la actividad de las ondas cerebrales?
Al comparar los cambios de patrones a lo largo de la tarea, los investigadores observaron que efectivamente se producen cambios detectables en la actividad cerebral a medida que uno se mueve desde el principio hasta la mitad y el final de la ejecución de una tarea. Y sin importar cuán lenta o rápidamente se movieran los animales, los patrones cerebrales seguían el mismo camino.
Los patrones fueron consistentes cuando los investigadores aplicaron un modelo matemático basado en aprendizaje automático para predecir el flujo de actividad cerebral, reforzando la evidencia de que son las experiencias (no el tiempo, o un número prescrito de minutos, como se mediría en un reloj) las que producen cambios en los patrones de actividad de las neuronas.
Hyman resaltó el punto central de sus hallazgos al compartir una anécdota de dos trabajadores de una fábrica a quienes se les asignó la tarea de fabricar 100 dispositivos durante su turno; uno de ellos completó la tarea en 30 minutos y el otro en 90 minutos.
“El tiempo que se tardó en completar la tarea no afectó a los patrones cerebrales. El cerebro no es un reloj, actúa como un contador”, explicó Hyman. “Nuestro cerebro registra una vibración, una sensación sobre el tiempo. Y lo que eso significa para nuestros trabajadores que fabrican aparatos es que se puede notar la diferencia entre fabricar el aparato número 85 y el número 60, pero no necesariamente entre el número 85 y el número 88″.
Pero, ¿exactamente cómo cuenta el cerebro? Los investigadores descubrieron que, a medida que el cerebro avanza en una tarea que implica una serie de movimientos, varios grupos pequeños de células activas comienzan a colaborar, básicamente pasando la tarea a un grupo diferente de neuronas cada pocas repeticiones, de manera similar a como los corredores pasan el testimonio en una carrera de postas.
“Por lo tanto, las células trabajan juntas y, con el tiempo, se alinean aleatoriamente para realizar el trabajo: una célula se encarga de unas cuantas tareas y luego otra de otras”, explicó Hyman. “Las células siguen movimientos y, por lo tanto, partes de actividades y tiempo a lo largo de la tarea”.
Y los hallazgos del estudio sobre la percepción del tiempo por parte de nuestro cerebro se aplican también a acciones basadas en actividades distintas de los movimientos físicos.
“Esta es la parte del cerebro que utilizamos para seguir una conversación durante la cena”, dijo Hyman. “Piense en el flujo de la conversación y podrá recordar cosas que sucedieron antes y después de la cena. Pero separar una frase de la siguiente en su memoria es imposible. Sin embargo, sabe que habló de un tema al principio, de otro durante el postre y de otro al final”.
Al observar a los roedores que trabajaban rápidamente, los científicos también concluyeron que mantener un buen ritmo ayuda a influir en la percepción del tiempo: “Cuanto más hacemos, más rápido pasa el tiempo. Dicen que el tiempo vuela cuando te diviertes. En lugar de divertirse, tal vez debería decir ‘el tiempo vuela cuando haces muchas cosas’”.
El cerebro bajo la lupa
Si bien ya existe una gran cantidad de información sobre los procesos cerebrales en escalas de tiempo muy cortas de menos de un segundo, Hyman dijo que el estudio de la UNLV es innovador en su examen de los patrones cerebrales y la percepción del tiempo en un lapso de solo unos pocos minutos a horas, “que es como vivimos gran parte de nuestra vida: una hora a la vez”.
“Este es uno de los primeros estudios que analiza las escalas de tiempo del comportamiento en esta parte particular del cerebro llamada ACC, que sabemos que es tan importante para nuestro comportamiento y nuestras emociones”, dijo Hyman.
El ACC está implicado en la mayoría de los trastornos psiquiátricos y neurodegenerativos, y es un área de concentración para los trastornos del estado de ánimo, el estrés postraumático, la adicción y la ansiedad. La función del ACC también es fundamental para varias demencias, incluida la enfermedad de Alzheimer, que se caracteriza por distorsiones en el tiempo.
Desde hace mucho tiempo se ha vinculado el ACC con la ayuda a los humanos para secuenciar eventos o tareas como seguir recetas, y el equipo de investigación especula que sus hallazgos sobre la percepción del tiempo podrían caer dentro de este ámbito.
Si bien los descubrimientos son un gran avance, se necesita más investigación. Aun así, Hyman dijo que los hallazgos preliminares plantean algunos datos potencialmente útiles sobre la percepción del tiempo y su probable conexión con los procesos de memoria en la vida cotidiana de las personas. Por ejemplo, los investigadores especulan que podría brindar información para abordar cuestiones como las tareas escolares o incluso las rupturas amorosas.
“Si queremos recordar algo, podemos reducir la velocidad estudiando en sesiones cortas y tomarnos un tiempo antes de pasar a la siguiente actividad”, dijo Hyman. “Por el contrario, si quieres pasar de algo rápidamente, participa en una actividad de inmediato”.
Hyman dijo que también existe una gran relación entre el CCA, la emoción y la cognición. Pensar en el cerebro como una entidad física de la que uno puede hacerse cargo podría ayudarnos a controlar nuestras experiencias subjetivas.
“Cuando las cosas se mueven más rápido, tendemos a pensar que es más divertido, o a veces abrumador. Pero no tenemos por qué pensar en ello como una experiencia puramente psicológica, como algo divertido o abrumador; más bien, si lo vemos como un proceso físico, puede ser útil”, afirmó.
“Si te resulta abrumador, baja el ritmo o, si te aburres, añade actividades. La gente ya lo hace, pero es reconfortante saber que es una forma de trabajar tu propia salud mental, ya que nuestros cerebros funcionan así”, concluyó el investigador.