Por qué los videojuegos ayudan a mejorar la salud mental en momentos críticos de salud
Durante la pandemia de COVID-19, cuando el mundo entero se enfrentaba a niveles altos de estrés y ansiedad debido a los confinamientos, los videojuegos emergieron como una inesperada salvación para la salud mental de millones de personas.
Un estudio reciente publicado en la revista Nature Human Behaviour revela cómo esta forma de entretenimiento digital tuvo un impacto positivo en la salud mental de quienes lo utilizaron, particularmente en un momento en que las opciones para socializar y realizar actividades recreativas se vieron extremadamente limitadas.
Cómo los videojuegos ayudaron a los usuarios a cuidar su salud mental
La pandemia planteó desafíos sin precedentes a nivel mundial, no solo en términos de salud física, sino también en cuanto a la salud mental. El confinamiento, el miedo a la enfermedad, la incertidumbre económica y el aislamiento social fueron factores que contribuyeron a un aumento significativo de la angustia psicológica en gran parte de la población.
En este contexto, los videojuegos se convirtieron en una de las principales herramientas para combatir el aburrimiento y la soledad, permitiendo a las personas conectarse con amigos y familiares de manera virtual, a pesar de la distancia física impuesta.
Un equipo de científicos japoneses, liderado por el doctor Hiroyuki Egami de la Universidad Nihon en Tokio, vio en esta situación un escenario ideal para investigar los efectos de los videojuegos en la salud mental. Aprovechando el contexto único creado por la pandemia, realizaron un estudio exhaustivo durante dos años, de diciembre de 2020 a marzo de 2022, para explorar cómo la interacción con los videojuegos afectaba el bienestar psicológico de las personas.
El estudio, que incluyó a 97.602 participantes de entre 10 y 69 años en Japón, utilizó un método innovador para garantizar la validez de los resultados: la distribución de consolas de videojuegos mediante loterías. Durante los primeros meses de la pandemia, la demanda de consolas como la Nintendo Switch y la PlayStation 5 (PS5) superó con creces la oferta, lo que llevó a los minoristas a realizar sorteos para determinar quién podría comprar una consola.
Este componente de aleatoriedad permitió a los investigadores reducir significativamente los sesgos en el estudio, al comparar a quienes ganaron una consola con aquellos que no tuvieron la misma suerte.
De los encuestados, alrededor de 8.000 participaron en los sorteos para adquirir una consola, y fueron objeto de cinco rondas de encuestas a lo largo del estudio. Los resultados mostraron de manera contundente que quienes pudieron acceder a una consola experimentaron una reducción significativa en su angustia psicológica y un aumento en su satisfacción con la vida en comparación con aquellos que no lo lograron.
En términos estadísticos, la propiedad de una consola redujo la angustia psicológica entre 0.1 y 0.6 desviaciones estándar, dependiendo de la consola y del grupo demográfico.
El estudio también reveló diferencias interesantes entre los efectos de las distintas consolas en diferentes grupos de personas. Los usuarios de la PlayStation 5, que en su mayoría eran adultos con experiencia en videojuegos y sin niños en casa, experimentaron una mejora relevante en la satisfacción con la vida, aunque con un impacto ligeramente menor en la reducción de la angustia psicológica en comparación con los usuarios de la Nintendo Switch.
Por otro lado, la Nintendo Switch, con su enfoque en juegos cooperativos y portabilidad, mostró ser más efectiva para reducir la angustia psicológica en adolescentes y mujeres, así como en familias con niños. Este hallazgo destaca cómo las características de cada consola pueden influir en los beneficios psicológicos que los usuarios obtienen de los videojuegos.
Un descubrimiento crucial del estudio fue la relación entre la cantidad de tiempo dedicado a jugar y los beneficios para la salud mental. Los investigadores encontraron que disfrutar videojuegos durante una hora y media al día ofrecía el máximo beneficio en términos de reducción de la angustia psicológica. Sin embargo, cuando el tiempo de juego excedía las tres horas diarias, los efectos positivos comenzaban a disminuir y, en algunos casos, incluso a revertirse, comprometiendo nuevamente la salud mental de los jugadores.