Gestiones urgentes del Gobierno con los aliados para capear la fragilidad de su armado político y negociaciones cruzadas con un peronismo estallado
“TMAP” suele escribir Santiago Caputo en sus cuentas anónimas de la red social X. Son las siglas de “todo marcha de acuerdo al plan”, una de sus frases de cabecera que, por los últimos movimientos de Javier Milei, urgido por la seguidilla reciente de derrotas legislativas, entró en revisión en estas horas de debilidad política del proyecto libertario.
A Milei le aburre la negociación política, y es frecuente que asocie cualquier tipo de toma y daca con una forma de extorsión. Bajo esa interpretación de los hechos se quebró la confianza en su relación con Victoria Villarruel, el año pasado, en el filo del cierre de listas, durante la campaña electoral, después de una conversación que dañó para siempre el vínculo. Hace dos semanas, el Presidente dedujo que el triple traspié parlamentario también escondía un mensaje extorsivo por parte de la oposición y de los bloques aliados que se unieron en dos tercios, en ambas cámaras, para rechazarle el DNU de asignación de fondos discrecionales para la SIDE y sancionar una nueva ley jubilatoria, a punto de ser vetada por el Ejecutivo.
Ese derrotero legislativo, que desnudó la fragilidad política del Gobierno, atravesado para colmo por un aluvión interminable de internas, algunas de ellas de muy baja calidad intelectual, obligó a Milei a convocar este viernes en Casa Rosada a un grupo de legisladores de La Libertad Avanza, del PRO y del MID, de Oscar Zago, echado de LLA hace ya varios meses. A la salida de la reunión, Cristian Ritondo adelantó que se conformaría una mesa para trabajar los proyectos del Ejecutivo de manera conjunta, y evitar derrotas como las de hace quince días. “No puede ser que tiremos del carro de distintas formas. Bienvenido que sea el Presidente el que se ponga al frente. Al Presidente no le gustan estas cosas, lo puso a (Guillermo) Francos a coordinar estas reuniones”, reconoció ayer Zago en declaraciones radiales. Dijo además que Milei les advirtió que no estaría de ahora en más en todas las reuniones. Y se mostró sorprendido por la ausencia de Martín Menem, el presidente de la Cámara baja: “Le pregunté a (Gabriel) Bornoroni -su sucesor en la jefatura del bloque oficialista-, me dijo que estaba de viaje, y no pregunté más”, explicó, sin mayores detalles.
En el Gobierno son conscientes de la endeblez y el agotamiento de su construcción política, expuesta por primera vez a todas las luces en el Congreso en estas últimas semanas, y de las señales de la impaciencia de un ecosistema de aliados que, a pesar de la dispersión y la anarquía, acumularon reclamos durante todos estos meses. “Yo lo llamo ‘dignidad reprimida’”, lo sintetizó un experimentado diputado de los llamados “dialoguistas”.
Antes de la reunión del viernes, Menem invitó a almorzar al comedor del Senado a Emilio Monzó. Hablaron durante un largo rato. Otro síntoma del clima de época que atraviesa al oficialismo: el diputado que integra el bloque de Miguel Ángel Pichetto es uno de los más señalados por la Casa Rosada junto a su socio Nicolás Massot, pero el presidente de la Cámara baja entendió, según pudo reconstruir este medio, que había llegado el momento de reencauzar el vínculo con ese sector.
Es que se trata de una bancada clave para el Gobierno. Del humor de Pichetto, siempre gustoso de colaborar con los oficialismos, y el resto de los diputados, todos con vasta trayectoria en la política, dependerá, en parte, la suerte del Ejecutivo en dos temas medulares: el destino del veto a la nueva ley de movilidad jubilatoria -en Casa Rosada reconocen que, a pesar de la cumbre de este viernes, la oposición y los aliados todavía pueden reunir dos tercios- y el Presupuesto 2025, que entrará al Parlamento en quince días.
La relación de Pichetto con el Ejecutivo no está en su mejor momento. Tal vez, incluso, sea la peor etapa de un vínculo que el diputado aceitó en estos nueve meses con Caputo, el asesor estrella de la Casa Rosada que volvió el lunes de una semana de vacaciones en Cumelén, el exclusivo barrio de Villa La Angostura que Mauricio Macri hizo célebre cuando empezó a frecuentar de la mano de amigos como Nicolás Caputo o Jorge Pérez Alati, un experimentado abogado, dueño de una de las casas más imponentes del country y de un muelle privado que le presta al ex presidente.
Caputo y Pichetto se intercambiaron mensajes después de la sesión que rechazó en Diputados el DNU que le asignó $100.000 millones a la SIDE en fondos reservados, una iniciativa que lleva el sello del consultor y que tensó la relación con el ex senador peronista. Pichetto había advertido que un decreto de esas características no pasaría el filtro del Congreso. Macri, que hace rato volvió a tener nuevamente afinidad con su ex compañero de fórmula, alimentada en buena medida por Jorge Triaca, “el canciller político del macrismo”, como lo llaman, cada vez más activo -la parrilla de su quincho de la zona norte del Gran Buenos Aires se enciende con mucha frecuencia-, también le adelantó a Milei de la inconveniencia de esa jugada. Caputo avanzó igual.
El rol del consultor quedó bien expuesto estas semanas, emparentado con el armado político del Gobierno que equipara su fragilidad con el suministro diario de un relato cada vez más agresivo que se propaga por las redes a través de los ciber militantes libertarios: a muchos de ellos, como “El Gordo Dan” -visitó esta semana despachos oficiales-, se les provee información privilegiada.
“No tenemos intendentes, ni gobernadores, los senadores no son los mejores, y tenemos pocos diputados. Apelamos a las armas que tenemos”, explicaron cerca del Presidente, que volvió a dejar en claro que su consultor estrella es, por ahora, intocable. Francisco Paoltroni fue el último en cuestionar esa metodología estratégica, discutir el liderazgo de Milei y rol de Caputo: dijo que el “triángulo de hierro” debía conformarse entre el presidente, Villarruel y Macri. Fue expulsado en cuestión de días.
Milei intentó, en ese sentido, aplacar la tensión con Macri antes de que el ex presidente volara este viernes a Asia y África, y a pesar de que la relación entre el jefe del PRO y Caputo entró en una zona de conflicto permanente. El último capítulo de esa disputa se originó por los pedidos de información de funcionarios de la SIDE en expedientes vinculados con Macri que el ex mandatario linkeó directamente con el consultor.
Altísimas fuentes macristas le confirmaron a Infobae que, a mediados de semana, el ex presidente le envió un mensaje de WhatsApp a Caputo -hacía rato no chateaban-, con un reproche directo por ese tema. Dicen que no fue la conversación más amable que tuvieron. Antes, el presidente del PRO se lo había planteado al propio Milei, en la cena que compartieron el martes por la noche en Olivos.
En la cúpula del PRO hay una decisión de acompañar el trazo general del programa de gobierno, más por necesidad y conveniencia electoral que por generosidad. Pero los reproches por la inacción de la gestión y, en especial, el retaceo de fondos se incrementaron con fuerza, puertas adentro, en estas últimas semanas.
Jorge Macri es uno de los más furiosos, a pesar de que su propia gestión navega por ahora por la intrascendencia. Es un paso adelante si se tiene en cuenta que a los seis meses de asumido encargó una serie de encuestas para medir su gobierno y los resultados no fueron los esperados. En ese contexto, el jefe de Gobierno, o al menos parte de su entorno, está convencido de que Milei, y en particular su hermana Karina, a cargo del armado electoral en ese distrito y en el resto del país -esperan, por caso, la personería jurídica para LLA para después del 10 de septiembre en territorio bonaerense-, quieren castigar a su administración. “Deberíamos ir a la guerra, pero no podemos”, se sinceraron fuentes porteñas.
Por eso la demora en acordar el traspaso de los subsidios y las líneas de colectivos del área metropolitana. Y la devolución de la coparticipación con adelantos de pagos semanales, los viernes, y no de manera automática a través del goteo diario: de esa manera, pueden cerrar el grifo unilateralmente cuando lo deseen.
La bronca del jefe de Gobierno se extiende sin embargo a otros distritos. Entre Ríos, por ejemplo, donde estuvo Macri el jueves en el relanzamiento de la fundación Pensar junto al gobernador Rogelio Frigerio. Las finanzas del gobernador están en rojo. Hasta ahora no le cumplieron ninguna promesa -la última vinculada con el Banco Nación-, a pesar de su apoyo reiterado y cerrado al gobierno. Es un reclamo común a todos los jefes provinciales de Juntos por el Cambio, que todavía no pudieron obtener un trato preferencial al del resto de los colegas del peronismo por la colaboración con la Ley Bases y el paquete fiscal sancionados por el Congreso.
El peronismo en su laberinto K
La Casa Rosada mantiene, por fuera de sus aliados, una compleja negociación con el peronismo por la postulación de los dos candidatos a la Corte Suprema que ya pasaron por la audiencia formal del Senado, y esperan ahora que la comisión de acuerdos se ponga o no de acuerdo para dictaminar y llevar los pliegos al recinto de la Cámara alta.
Las tratativas se mantienen en estricta reserva. En el gobierno son perfectamente conscientes de que los 33 senadores del peronismo, o al menos la mayoría de ellos, son indispensables para que Manuel García-Mansilla y Ariel Lijo lleguen a la Corte. No es un tema que Milei, abocado casi exclusivamente a la economía, siga con atención. Las negociaciones están en manos de Caputo y de Sebastián Amerio, el viceministro de Justicia que tiene atribuciones mucho más decisivas que el ministro Mariano Cúneo Libarona.
Caputo no habla directo con Cristina Kirchner, que conduce a buena parte del bloque de Unión por la Patria en el Senado, sino a través de “interpósitas personas”. La ex presidenta se involucró directamente en la negociación. Quiere condicionar ambos pliegos, según trascendió, con la ampliación de los integrantes del máximo tribunal. Altas fuentes confiaron en que, hace algunas semanas, ella se reunió junto a su hijo Máximo Kirchner y dirigentes del radicalismo asociados a Martín Lousteau. Antes, incluso, de que el senador de la UCR sellara un acuerdo con ese sector para quedarse con la presidencia de la estratégica comisión bicameral de inteligencia, la encargada de auditar el funcionamiento y los gastos de la SIDE.
La ex mandataria no es la única pendiente de esas negociaciones. También Mauricio Macri sigue con interés las conversaciones. Hace algunas semanas llamó, por caso, al gobernador Ignacio Torres, un pragmático que hizo caso omiso, y que incluso nominó para su tribunal superior de Justicia provincial a Javier Raidan, un abogado surgido en el sur bonaerense, ex aliado de Julián Álvarez, con contactos en la Justicia federal y apadrinado por el peronismo.
Lo cierto es que en el Gobierno saben que no todos los senadores del peronismo responden a la conducción kirchnerista. Es que el peronismo está desorientado en su propio laberinto K. En el seno del cristinismo están cada vez más convencidos que un grupo de gobernadores y de operadores del PJ están otra vez en la búsqueda de un “peronismo sin kirchnerismo”, una avanzada similar a la que se intentó, sin éxito, tras el triunfo de Macri del 2015. Un sector de los gremios abona esa jugada.
Todos los sindicalistas mantienen, desde hace meses, un diálogo muy fluido con el consultor Caputo. En particular Gerardo Martínez, de la UOCRA, que no protestó nunca por la parálisis de la obra pública y la pérdida de miles de puestos de trabajo. El jueves, en la Legislatura porteña, el gremialista participó de una jornada sobre el “Fondo de cese laboral” con dirigentes del PRO: les dijo a algunos de ellos que el 2025 está perdido para el peronismo, pero que hay una renovada expectativa por ir hacia un esquema de conducción sin la ex presidenta.
La renovación de autoridades del PJ nacional, acéfalo desde la renuncia apurada de Alberto Fernández, envuelto en la seria denuncia de su ex pareja por violencia de género, está para colmo a la vuelta de la esquina. Hay un grupo de dirigentes que quiere convencer a la ex presidenta de disputar ese lugar. El gobernador Ricardo Quintela, “El gitano”, también avisó que está en esa carrera. Hace dos semanas consiguió una foto con el Papa Francisco en el Vaticano, por gestiones de Guillermo Oliveri, el ex secretario de Culto.
El peronismo está estallado. Sin conducción. Parte de ese proceso quedó en evidencia este viernes, cuando Eduardo “Wado” de Pedro le envió desde sus redes un mensaje de guerra al Frente Renovador por una nota del diario Clarín vinculada con las tratativas en torno a la Corte. Por la tarde, hubo una orden para que ningún dirigente replique ese posteo.
En estado de ebullición, la guerra interna en el peronismo tiene su principal campo de batalla en la provincia de Buenos Aires. Axel Kicillof ya dio sobradas muestras de independencia. Es el dirigente del peronismo que mejor mide en todas las encuestas. La relación con el Instituto Patria sigue fría. La desconfianza con el jefe de La Cámpora es total. Pero el gobernador sigue adelante con su plan de expansión por el país. Ayer, Andrés Larroque viajó a Santa Fe. Tuvo actividades en esa ciudad y en Rosario. No avisó a La Cámpora, su ex agrupación, que lo esperó con carteles alusivos a Cristina Kirchner.
En territorio bonaerense, los intendentes no saben en quién referenciarse. Hay reuniones cruzadas, todo el tiempo. Hace algunos días, Guillermo Montenegro, del PRO, recibió en Mar del Plata a Ariel Sujarchuk, del PJ, de Escobar. Antes, el intendente macrista había sido anfitrión de Gastón Granados, del peronismo, de Ezeiza. Hace algunas semanas, el movedizo Triaca, del PRO, muy cercano a Macri, también invitó a su quincho de San Isidro a tres intendentes del Gran Buenos Aires. Lo hizo acompañado por funcionarios porteños. El ex ministro de Trabajo de Cambiemos se ofreció para reunir a los jefes comunales del peronismo con el ex presidente.
Una postal del cambio de época.