Inflación mayorista vs. minorista: cómo impactó la diferencia entre ambas en los picos inflacionarios de los últimos 50 años
En los últimos tiempos, ha aparecido en el debate entre los economistas la cuestión sobre si el ritmo de aumento del Índice de Precios al Consumidor del Indec (IPC) y el del Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM), podría converger inicialmente al punto más bajo que alcanzó en agosto y luego seguir el sendero de desinflación que proyecta el Gobierno.
De este modo, se agregó a las clásicas brechas que analizan habitualmente las consultoras y estudios económicos: entre los tipos de cambio libre, oficial regulado y Real Multilateral que estima el Banco Central en base a la inflación y las cotizaciones de las divisas de los mayores socios de la Argentina en el intercambio comercial, por un lado, y entre el rendimiento de los bonos de la deuda soberana de países emergentes y el de los títulos del Tesoro Americano, que elabora JP Morgan (Riesgo País), por el otro.
En rigor, es un fenómeno recurrente, 1 cada menos de 4 años en medio siglo, aunque en la mayoría de las veces la brecha se cierra entre 9 y 14 meses, con extremos de apenas 3 a 5 entre los más rápidos y 38 en el más lento, en lo referente a la tasa intermensual, y se amplía hasta 97 meses en el caso de la tasa interanual.
El tema surgió desde el momento en que el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, comenzaron a destacar en sus discursos y notas a los medios la mayor desaceleración de la suba del IPIM, que arrancó con 54% en diciembre -luego del salto del tipo de cambio oficial mayorista de $366,05 el 12 de diciembre 2023 a $800 el día siguiente- a 2,1% en agosto último, y el IPC que en esos extremos pasó de 25,5% a 4,2 por ciento.
La actual brecha entre la variación de los índices de precios del Indec tiene que ver entre la Núcleo del IPC y el Índice General Mayorista, por el aumento de los servicios y consumos privados que estaban regulados (Di Pace)
“Para mí la actual brecha entre la variación de los índices de precios del Indec tiene que ver entre la Núcleo del IPC y el Índice General Mayorista, por el aumento de los servicios y consumos privados que estaban regulados (educación y medicina prepaga, principalmente), por la inflación de costos que implica la corrección de precios relativos en la economía que se suman a las tarifas de la energía, gas, agua, transporte, precios de los combustibles, principalmente”, dijo a Infobae Damián Di Pace, analista económico.
Si bien gran parte de los analistas comparte esa lectura, destacan a menudo que la variación de dichos índices no es comparable porque tienen diferente metodología de cálculo. En particular, el IPC incluye los cambios en los precios de los servicios públicos y privados, y responde a una Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares durante un año, con sus diferentes estacionales. En tanto, en el IPIM predominan los precios de bienes nacionales y el conjunto de importados, más las tarifas de la energía eléctrica.
Y coincide el consenso de los economistas que mientras el IPC es “función de la discrecionalidad de los gobiernos cuando usan y abusan de las regulaciones de precios para contenerlo, y del desempeño de los ingresos de la población y de la política monetaria”, el IPIM es “función del tipo de cambio”, en la actualidad el crawling-peg al 2% por mes-.
Sin embargo, un estudioso del movimiento de los índices de precios y sus principales componentes como es el economista y econometrista, Roberto Frenkel, ha detectado que la histórica brecha que muchas veces ocurre en la economía nacional entre el ritmo de suba de los precios mayoristas y al consumidor “es un reflejo de los desequilibrios económicos del país que se manifiestan en la distorsión de precios relativos y la falta de divisas, lo que genera una presión inflacionaria constante”.
La histórica brecha que muchas veces ocurre en la economía nacional entre el ritmo de suba de los precios mayoristas y al consumidor es un reflejo de los desequilibrios económicos del país (Frenkel)
Además, Frenkel ha advertido que los controles de cambio y la brecha cambiaria agravan la situación, ya que dificultan la importación de bienes y servicios necesarios para la economía. Esta situación contribuye a la inflación y a la inestabilidad económica general. De ahí que llegó a la conclusión clave que existe una convergencia entre la variación de los precios mayoristas y los precios al consumidor en contextos de alta inflación. Esto significa que, “en períodos de alta inflación, los cambios en los precios mayoristas tienden a reflejarse rápidamente en los precios al consumidor”.
Hitos en el último medio siglo
Infobae hizo un análisis de la serie de tiempo de las variaciones mensuales e interanuales de los índices de precios del Indec (IPC e IPIM) de los últimos 50 años, que es cuando en varios períodos aparece una brecha significativa, tanto a la suba como a la desaceleración, y detectó que ese distanciamiento es más largo en períodos de hiperinflación como el de 1989-90, o cuando pareciera que la economía se dirigía inexorablemente en esa dirección, como a fin de 2023; y es más corto cuando sólo se origina en el intento de corrección de atrasos cambiarios y tarifarios, como en la mayoría de las veces.
De ahí que Roberto Frenkel, como la mayor parte de los economistas, destaca la importancia de las políticas macroeconómicas adecuadas para mitigar los efectos negativos de la inflación y promover la estabilidad económica, y el crecimiento sostenido de la actividad agregada y bienestar general de la población.
- Rodrigazo: “Para 1975 ya no había un dólar en el BCRA y la economía entraba rápidamente en recesión. En plena presidencia de María Estela (Isabel) Martínez de Perón y con el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, el gobierno se vio forzado a desarmar el soviético control de precios que gestó durante los dos años previos. En junio de 1975 se anunció un aumento de las tarifas de los servicios públicos, un incremento del precio de las naftas y una devaluación del peso, todo en simultáneo. La disparada inflacionaria se devoró el nulo poder político del gobierno y Argentina llegaba por primera vez a los tres dígitos de inflación anual: saltó de 40% en 1974 a 335% el año siguiente”, recuerda el economista Ramiro Castiñeira.
Así, la tasa mensual de variación del IPC salta en junio de 3,9% a 21,1%, y la del IPIM de 5,2% a 43,6%; en tanto respecto de un año antes pasó de 80,5% a 110,6%, en el primer caso, y de 74,2% a 141,5%, en el segundo. Debieron pasar 5 meses para que esas dos brechas (mes y año) se alinearan, aunque en un nivel extremadamente alto para los estándares internacionales, que llevó en pocos tiempo a una crisis institucional, en marzo 1976, y vuelven las brecha entre las tasas mensual e interanual de esos índices. La primera se cerró en 13 meses, la segunda en tres años y medio, producto de la persistencia de severos desajustes macroeconómicos.
El Rodrigazo es uno de los episodios de aceleración y brecha de precios más recordado entre los economistas, y si bien la diferencia se cerró en cinco meses lo hizo en un nivel que quedó muy alto mucho tiempo
- Golpe militar marzo 1976: la crisis institucional se manifestó en el plano económico en una violenta escalada inflacionaria. Los precios al consumidor se elevan 37,6% en el mes y los mayoristas a 54,1%. En el primer caso el gap se cierra en 13 meses, en tanto el segundo se extendió por 27 meses más.
- “El que apuesta al dólar pierde”. Recuerda Juan Bautista Tata Yofre en una nota en Infobae que “en un informe de marzo de 1981 se decía: hoy el precio del ‘call money’ estuvo entre 450% y 500% anual y las empresas debían tomar dinero al 300% anual. La semana pasada se fueron [de la Argentina] entre USD 1.000 y 1.100 millones. Esto motivó que el viernes 20 de marzo se cierren de las casas de cambio con la Policía y que se estableciera el control de cambio (la compra de dólares es con pasaporte, boleto de viaje en la mano y no más de 20 mil dólares después de llenar una planilla para la DGI)”.
Con ese escenario asume el Ministerio de Economía Lorenzo Sigaut, que dispone una devaluación del 10%, en un intento por estabilizar la economía y recuperar parte del atraso cambiario acumulado en los años previos con la “tablita cambiaria” del ministro José Alfredo Martínez de Hoz. La medida provoca la reaparición de la brecha entre los índices de precios, principalmente a nivel mensual, la cual se repite dos y tres meses después, con una devaluación del 30%, y vuelve a cerrarse cinco meses después del primer salto cambiario. Pero la persistencia de desequilibrios macroeconómicos y debilidad institucional el gap se repite varias veces, en especial en la etapa de la Guerra de Malvinas, y se cierra 19 meses después.
- Plan Austral. Con la recuperación de la democracia, en diciembre 1983 desaparece la brecha en la variación de los índices de precios, pero persiste la inestabilidad macroeconómica, hasta que en junio de 1985, ya con Juan Vital Sourrouille como ministro de Economía, luego del pobre desempeño de Bernardo Grinspun desde el inicio de la presidencia de Raúl Alfonsín, resurge la diferencia en la variación de los índices de precios, al lanzar un ambicioso y novedoso plan de estabilización: “el peso argentino dejaba de existir para dar paso al “austral”; precios, tarifas y salarios quedaron congelados luego de un aumento cercano al 25% en promedio, mientras que el Estado se comprometió a no emitir más sin respaldo y un sistema de desagio (se repactaron las tasas de interés de las colocaciones a plazo fijo, basadas en una tasa de inflación del 30% por mes)”. El IPC sube 21,1% y el IPIM 43,6%. Las tasas mensuales se equiparan después de un año y las interanuales en poco más dos.
El ingenioso Plan Austral fracasó por la falta de vocación política del gobierno para encarar la reforma del Estado y erradicar los déficits fiscal y cuasifiscal
- Plan Primavera. El fracaso del Plan Austral, principalmente por la resistencia política a avanzar a paso firme no sólo con las privatizaciones de las empresas prestadoras de servicios públicos, sino principalmente con el achicamiento del Estado, determinó que en agosto de 1988 se ensayara un nuevo plan de estabilización con el propósito de revertir la recesión, en un contexto de aceleración de la inflación a 18% a 27% en el canal minorista y de 17% a 32% en el mayorista. Pero, la falta de convicción en su implementación hizo que se agotara rápidamente. La variación del IPC y el IPIM se alineó a los 9 meses, en la tasa mensual, y se extendió 16 en la interanual.
- Hiperinflación 1989 y 1990. En abril de 1989, ya con Juan Carlos Pugliese como ministro de Economía, se acelera el camino al descontrol de los precios -reflejo del creciente desequilibrio de las finanzas públicas y las cuentas externas-, al punto que el IPC salta de 17% a 33,4% en el mes y el IPIM de 18,9% a 58%, momento en que el experimentado funcionario acuña la frase “les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. Y se llega a la casi convergencia de las variaciones mensuales en junio 1989 en niveles de tres dígitos porcentuales en apenas 30 días: 114,5% a nivel minorista, y 133,5% en el mayorista, y en el cotejo interanual a cuatro dígitos porcentuales (1.472% y 1.994%, respectivamente).
Ese cuadro, junto a la existencia del presidente electo, Carlos Menem, en los comicios del 14 de mayo, en julio se produce la renuncia anticipada de Raúl Alfonsín, mes en que por efectos inerciales se alcanzan los picos históricos de inflación en un mes: 196,6% IPC y 209,1% IPIM.
Desde ese momento se ensayan diferentes estrategias para reordenar la macroeconomía, pero con subas y bajas que impiden la convergencia de las tasas de inflación, hasta que el presidente ya en ejercicio designa el 1 de marzo de 1991 a Domingo Cavallo al frente del Ministerio de Economía, que heredó un brusco salto de precios en febrero, de 7,7% a 27% en el IPC y de 10,1% a 37,9% en el IPIM. Hasta ese momento las brechas entre las tasas del IPC e IPIM acumulaban 38 meses en la mensual y 66 respecto del año previo.
- Convertibilidad. La llegada del Plan de Estabilización con caja de conversión fija de 1 a 1 entre el peso y el dólar, y cambio del signo monetario desde el 1 de abril, posibilitó una abrupta y continúa desinflación, y con ello allanó el camino para la convergencia de la variación de los índices de precios, la cual se alcanzó prácticamente a los 16 meses en la referente al período de 30 días, y 45 meses en la tasa interanual -en este caso ese fenómeno no se registraba desde marzo 1990 (casi 5 años).
Con altibajos menores, la virtual estabilidad de los precios, si se descuenta la inflación internacional, se sostiene hasta fines de 2001 principios del año siguiente.
- Crisis 2001. Default, devaluación y pesificación asimétrica. El desorden institucional que provoca la renuncia del presidente Fernando de la Rúa en los últimos días de diciembre de 2001, se manifiesta en la reaparición de la brecha entre la variación de los índices oficiales de precios: 2,3% sube IPC y 6,4% el IPIM, y se mantiene durante 9 meses, en la tasa mensual. Las tasas interanuales se equiparan 25 meses después.
La crisis del 2001 es otro de los episodios que quedarán grabados en la historia de desequilibrios de la Argentina, con default, devaluación y pesificación asimétrica de activos y pasivos privados
- Crisis de la 125. El 10 de diciembre de 2007 asume la presidencia de la Nación Cristina Fernández de Kirchner y designa como ministro de Economía a Martín Lousteau. Ese mes reaparece la brecha entre la variación del IPC (1,6%) e IPIM (0,6%), y comienza a acentuarse moderadamente, hasta que se produce la renuncia del economista al fracasar su intento de establecer retenciones móviles sobre las exportaciones del complejo sojero que prácticamente las duplicaban, del 30% al 60%, al ver que se disparaban los precios internacionales, al punto de provocar una singular movilización del campo en las ciudades con apoyo de gran parte de las fuerzas vivas.
Ese desajuste de precios se extiende por 5 meses en la tasa intermensual, y 97 en la interanual, con la llegada del gobierno de Cambiemos, en que luego de dos meses con correcciones graduales de política económica, vuelven a converger.
- Intervención del Banco Central. En diciembre de 2017 la política gradualista del gobierno de Mauricio Macri intenta un punto de giro, cuando la Jefatura de Gabinete de Ministros no solo logra imponer su decisión anticipada a algunos medios de forzar un cambio en el sendero de alza de precios que había decidido mantener como meta el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, sino que, además, “lo invitó” a estar expuesto a la devaluación de su autonomía en una foto que ya es histórica. De ese modo resurge la brecha entre el IPC (3,1%) y el IPIM (1,6%), la cual se extiende por 14 meses, en la tasa mensual y 19 en la interanual.
- Regreso del cepo cambiario. El acelerado debilitamiento del gobierno de Cambiemos, tras haber acudido a un auxilio del FMI para el pago de la deuda externa en junio, precipita el deterioro de la situación económica, al punto que pierde en forma abrumadora las elecciones primarias y Mauricio Macri decide cambiar al ministro de Economía, Nicolás Dujovne, por Hernán Lacunza, a cuatro meses de finalizar el primer mandato constitucional de un gobierno no peronista en 91 años, para que tome “medidas antipáticas”, como las limitaciones a la compra de divisas para ahorro, y devaluar 18% el peso. Así, en agosto 2018 el IPC sube 4% y el IPIM 11,2%. La brecha virtualmente desaparece 4 meses después en la intermensual y 13 respecto del año previo.
- Pandemia Covid-19. Los primeros meses del gobierno de Alberto Fernández comienzan con la irrupción de la crisis sanitaria, se declara en marzo 2020. Ese mes reaparece la diferencia marcada entre las tasas del IPC (3,34%) e IPIM (1%), la cual se sostiene con predominio de la segunda desde junio de ese año, y desaparece 14 meses después. La brecha interanual se cierra en diciembre del año siguiente (21 meses).
La crisis sanitaria, con el decreto del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, generó en la economía una nueva alteración de precios relativos
- Fin “plan platita”. El debilitamiento de la economía del gobierno de Alberto Fernández lleva al ministro Sergio Massa a devaluar en agosto 2023 y provoca ese mes el resurgimiento de la brecha de precios. El IPC aumenta 12,5% y el IPIM 18,7%. Virtualmente se cierra tres meses después.
- Gobierno libertario. Una de las primeras medidas del gobierno del presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, fue el “sinceramiento” del tipo de cambio oficial que se ubicaba en casi la tercera parte del libre: pasa de $366 por dólar en el canal mayorista el 12 de diciembre de 2023 a $800 el 13, entre otro conjunto de medidas que provocan un cimbronazo inflacionario: el IPC sube 25,5% y el IPIM 54%, desde entonces se mantiene una amplia brecha (8 meses), aunque en una escala claramente descendente, en busca de la convergencia con una extrema política de austeridad fiscal y emisión cero.