Por qué la dieta carnívora es pro-inflamatoria y pro-envejecimiento: opiniones y estudios
La dieta carnívora ha captado la atención de un amplio público en los últimos años, principalmente entre quienes buscan soluciones rápidas para perder peso. Este enfoque dietético se basa exclusivamente en el consumo de productos de origen animal, excluyendo por completo cualquier tipo de vegetales y granos. A pesar de sus aparentes beneficios a corto plazo, como la estabilidad en los niveles de azúcar en la sangre, la comunidad médica ha expresado serias preocupaciones sobre los efectos a largo plazo de esta dieta: puede incrementar significativamente el riesgo de desarrollar problemas cardíacos y demencia.
Uno de los médicos más citados sobre los peligros de la dieta carnívora, Rupy Aujla, presentador del podcast “The Doctor’s Kitchen”, ha destacado investigaciones recientes que indican que tanto la dieta carnívora como la dieta keto podrían ser “pro-inflamatorias y pro-envejecimiento”.
Estos estudios observaron cambios en órganos clave como el corazón y los riñones: la acumulación de células senescentes, que no son eliminadas eficientemente por el sistema inmunológico, contribuyó a la inflamación sistémica y la toxicidad. Esto podría acelerar el envejecimiento y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas, como los problemas cardíacos.
Además, Aujla señaló que la dieta carnívora podría promover la fibrosis cardíaca y la disfunción mitocondrial, condiciones que afectan la estructura y función del corazón y pueden llevar a insuficiencia cardíaca. Estas afecciones también están asociadas con niveles elevados de colesterol, un factor de riesgo conocido para enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
Aujla advirtió también sobre los posibles vínculos entre la dieta carnívora y un mayor riesgo de demencia. Dietas ricas en grasas saturadas, como la carnívora, pueden promover la inflamación cerebral y el estrés oxidativo, dos factores relacionados con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Además, el aumento de los niveles de colesterol, común entre los seguidores de esta dieta, podría contribuir aún más al deterioro cognitivo.
Evidencias científicas adicionales
Un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association (JAHA) respalda estas preocupaciones. Este estudio analizó a más de 100.000 mujeres posmenopáusicas durante un período de casi 20 años, y encontró que aquellas que consumían más proteínas de origen vegetal presentaban un menor riesgo de enfermedades cardíacas, demencia y muerte por todas las causas en comparación con las que consumían más carne roja, lácteos y huevos. A su vez, los investigadores sugieren que las dietas basadas en plantas pueden mejorar la salud al reducir los metabolitos inflamatorios y mejorar el microbioma intestinal.
Frente a la dieta carnívora, otros enfoques dietéticos, como la dieta mediterránea, han sido ampliamente elogiados por su capacidad para reducir el riesgo de enfermedades crónicas. La dieta mediterránea se basa en el consumo equilibrado de frutas, verduras, granos enteros, pescado, nueces y grasas saludables como el aceite de oliva, con un consumo moderado de carnes rojas. Esta dieta ha demostrado ser eficaz en la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer y demencia, y es recomendada por profesionales de la salud en todo el mundo.
Comportamientos alimentarios y salud mental
Un reciente estudio observacional ha revelado una inquietante asociación entre el consumo de carnes procesadas y un aumento en el riesgo de demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer. Según el programa Cognitive Vitality de la Alzheimer’s Drug Discovery Foundation, estas conclusiones se derivaron de UK Biobank, un extenso estudio de cohorte que involucró a casi 500.000 personas entre 40 y 69 años sin demencia al inicio de la investigación.
Los participantes del estudio completaron detallados cuestionarios sobre su dieta al comienzo y cada 3-4 meses durante un periodo de seguimiento de ocho años, donde se identificaron cinco categorías de carne: carne procesada (como tocino, jamón, salchichas, empanadas de carne, kebabs, hamburguesas y nuggets de pollo), carne de res sin procesar, aves de corral sin procesar, cordero/mutton sin procesar y cerdo sin procesar. Se registraron 2.896 casos de demencia a lo largo del estudio, de los cuales 1.006 eran Alzheimer.
Los datos sugieren que cada 25 gramos adicionales de carne procesada consumidos diariamente están asociados con un 44% de aumento en el riesgo de todas las demencias y un 52% de incremento en el riesgo de Alzheimer. El estudio también examinó el impacto de estos patrones dietéticos en personas con APOE4, un conocido factor genético de riesgo para Alzheimer, confirmando los mismos efectos asociados entre el consumo de carne y el riesgo de demencia.