¿Dormirse al instante o dar mil vueltas en la cama?: por qué ambos extremos pueden ser signo de trastornos de salud
Dormir bien es una necesidad básica, pero no siempre es fácil conseguirlo. Muchos piensan que quedarse dormido rápidamente es siempre un buen síntoma, mientras que otros luchan contra la dificultad de conciliar el sueño. Lo cierto es que el tiempo que tarda una persona en quedarse dormida, conocido como latencia del sueño, puede ofrecer pistas sobre el estado de su salud y bienestar general. Tanto dormirse muy rápido como quedarse despierto por largos periodos pueden ser señales de un problema subyacente.
Latencia del sueño y su rango ideal
La latencia del sueño se refiere al tiempo que tarda una persona en pasar de estar despierta a dormirse una vez que se acuesta. Según la National Sleep Foundation, el rango saludable para quedarse dormido está entre 15 y 20 minutos. Sin embargo, esto puede variar de acuerdo a la persona, ya que factores como la salud física y mental, el estilo de vida y la calidad del sueño juegan un papel importante en este proceso.
Kristen Casey, psicóloga clínica y especialista en insomnio, menciona que personas con ciertas condiciones médicas pueden tardar hasta 30 o 40 minutos en dormirse, lo que sigue considerándose normal. Sin embargo, si una persona tarda demasiado poco o demora mucho en conciliar el sueño, esto podría ser una señal de un problema de salud.
Dormirse rápidamente y sus posibles causas
Conciliar el sueño minutos después de acostarse puede parecer ideal, pero en algunos casos puede ser un síntoma de algo más. Existen diversas razones por las cuales una persona podría quedarse dormida muy rápidamente:
Necesidad de más descanso
Según Dr. Dave Rabin, neurocientífico y psiquiatra, rendirse al sueño muy rápido puede ser un signo de agotamiento, exceso de trabajo o burnout, lo que indica que la persona no está recuperándose y descansando lo suficiente. En muchos casos, aunque la persona duerma las horas recomendadas, la calidad del sueño puede ser baja, lo que se conoce como “sueño basura”. Esto significa que el sueño no es lo suficientemente profundo para generar descanso y recuperación.
El tratamiento en estos casos puede incluir ajustar el nivel de actividad diaria, buscar más tiempo para descansar y, si es necesario, realizar un chequeo médico para detectar posibles problemas subyacentes.
Problemas de salud mental y efectos secundarios de medicamentos
Otra razón por la cual una persona podría dormirse rápidamente es la depresión o el uso de ciertos medicamentos. La depresión puede aumentar la sensación de fatiga, y ciertos antidepresivos también pueden causar somnolencia. Es importante buscar tratamiento médico, ya que hay opciones farmacológicas menos propensas a causar fatiga, como la bupropión, reboxetina y venlafaxina.
Dormirse lentamente: qué factores lo explican
Hay quienes tienen dificultades para conciliar el sueño y pueden pasar horas dando vueltas en la cama.
Rutinas de sueño inadecuadas
Catherine Yu, enfermera especialista en salud mental, resalta que una mala higiene del sueño puede contribuir a la dificultad para dormirse. La falta de consistencia en el horario de acostarse, el consumo de cafeína después de las 2 p.m., el uso de pantallas justo antes de dormir y las siestas prolongadas durante el día son algunos de los hábitos que pueden interferir con el proceso natural de conciliar el sueño.
Trabajar en horarios no tradicionales, como turnos de noche o rotativos, también puede alterar el ritmo circadiano y dificultar el sueño.
Estrés, ansiedad y otras emociones
Dave Rabin subraya que casi todos los trastornos mentales tienen en común la dificultad para conciliar el sueño. La sensación de ansiedad, estrés o inquietud puede mantener al cuerpo en un estado de alerta, activando el sistema nervioso simpático y liberando cortisol, lo que hace que sea más difícil relajarse y dormir. En estos casos, es recomendable buscar terapia para manejar la ansiedad y, como estrategia complementaria, técnicas de relajación como la meditación y el control de la respiración.
Schnorbach también apunta al carácter cíclico de esta situación: el insomnio puede llevar a la depresión y viceversa, lo que crea un círculo vicioso en el que es difícil salir sin ayuda profesional.
La importancia de la higiene del sueño
La higiene del sueño son las prácticas que se deben seguir para conseguir un descanso reparador. Dr. Rabin recomienda implementar hábitos de bienestar diarios como la meditación, el yoga, el ejercicio regular y la creación de un entorno tranquilo para dormir. Algunas recomendaciones adicionales incluyen:
- Establecer una rutina constante de sueño, acostándose y levantándose a la misma hora todos los días.
- Reducir el uso de pantallas antes de dormir, ya que la luz azul que emiten puede interferir con la producción de melatonina.
- Evitar comidas pesadas, ejercicio intenso y consumos de cafeína en las horas previas al sueño.
- Crear un ambiente relajante en el dormitorio, con temperatura adecuada y sin ruidos molestos.
El objetivo es crear un entorno y una rutina que permitan al cuerpo relajarse gradualmente y estar preparado para conciliar el sueño con mayor facilidad.